Mañana nublada y fría que diluye cualquier intento de salir a devorar kilómetros, pero que se vuelve ideal para disfrutar de la paz del silencio mañanero sin límite de tiempo y con algo de lectura interesante.
Y en los infinitos caminos del cyber-espacio me resuena el eco memorioso de una vieja cafetera Express rodeada de antigüedades y una pequeña biblioteca para disfrutar de un viaje a un pasado letrado y analógico. Pido un cortado en jarrito y una medialuna mientras voy urgando las tapas de los viejos libros empolvados por el olvido. De todo: ciencias, manuales de taller, historia, geografía, Selecciones del Readers Digest con ilustraciones a mano, cuentos y poesía. Y me llamó la atención un pequeño y amarillento libro de bolsillo que comienzo a hojear mientras espero el café en mi mesa preferida, pegada a la ventana que da a la avenida.
Al apoyar el pedido en la mesa, Julio me cuenta que el libro elegido fue donado por un turista de origen croata, que aterrizó en casa de sus parientes de Temperley, con motivo de su primera visita a Buenos Aires hace un par de años.
Una especie de compendio de poemas, prosas y aforismos sin cronología ni desarrollo, escrito por un tal Gioser Rayiv, que por fonética tal vez lo imagino descendiente de alguna familia musulmana o aledaña.
Con una breve dedicatoria sin fechas y a modo de prólogo, en el índice me llamó la atención el título de un texto breve en el que me zambulli casi sin pensarlo.
Y tal vez animado por su brevedad, lo copié textual para compartirlo con Vos:
"Un poco antes de la Primavera"
Tan inexplicable cómo la transformación del diminuto gusanito en una bella y colorida mariposa, explotando de vida en su fémina primavera sutil, la observo desde mis incontables recuerdos a través de la vieja ventanilla de mi alma viajera . Y del añejo tronco del árbol de la vida me brotan hojitas nuevas sólo para verla crecer, con ojos nuevos desprovistos de los prejuicios de éste nuevo y rancio mundo, alimentando el deseo de ser visto y que me salude al paso, con el sueño de volver en el tiempo para ser su rama con frutos durante todo el tiempo que necesite, hasta que emprenda el vuelo con sus propias alas...
Pero mis hojas le pegan el sticker de "amor paterno" sólo con una caricia en la frente, amenazado por el gatillo fácil de un hacha helada social en la espalda, para no manchar su dignidad ni secarme lejos del Sol, como alimento de alguna salamandra.
Y mientras el fantasma de mi última primavera me despierta cada noche, la esperanza de su profundo abrazo a escondidas buscando sanar su energía confundida me mantiene vivo.
Sus primeros brotes hacen brillar la redondez de sus ojos pardos que me preguntan cosas, con sus manos heladas que se dejan abrazar por el calor de mi corteza rústica, mientras dejo que el viento le cuente historias para estirar el instante cercano y disfrutar un poco más del perfume de su piel.
Pero puedo sentir que su sueño temeroso es tan fuerte como el mío mientras mi tiempo se escurre como el agua, esperando que el Universo conspire en un minuto futuro eterno, invisible y secreto, en el que algún Cupido bonzai nos una en sabia y el amor a la vida nos conceda un poco más de tiempo, para regalarle nuestra noble sombra a alguien más en el calor del próximo verano...
Gioser Rayiv
Te recuerdo que tu comentario y calificación al pie de ésta pantalla es siempre bienvenido y respetado. Gracias por tu tiempo de lectura. Que tengas una excelente jornada.
Ariel Villar
Café Temperley
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