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Qué contás de bueno? - Todos los Capítulos.

Foto del escritor: Ariel VillarAriel Villar

Nota del Editor:


Finalmente y aprovechando un breve lapso en el que encontramos a nuestro único escritor disponible, sobrio y lejos de su inseparable/injertada motocicleta entre sus piernas en la pausa de algún cruce de caminos, pudimos convencerlo para que termine ésta bendita historieta que tranquilamente puede ser el espejo del botiquín del baño de más de uno. Obviamente la obra sigue inconclusa, aduciendo que se olvidó la musa del final en una estación de servicio en oportunidad de una parada técnica, y en cuanto recuerde en que ruta fue, dio su palabra de ir a buscarla y terminar su obra.


 

Capítulo 1


Encuentro con un amigo de otros tiempos
El Bondi

Aquí comienza la tira diaria de una historieta parecida a la de los clásicos chicles Bazooka o las galletas de la suerte, en un tiempo presente que puede encajar en la vida de todo transeúnte mundano que se precie.

Ideal para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, en los que habita el verdadero rector de nuestras vidas conocido como SmartPhone, para distender la mollera a la hora del break.


Mañanita de rutina de semana y con varias cosas por hacer, pero ya a ésta altura del camino más holgado de tiempo y un poco más compasivo con el desvarío social, me encuentro con Agustín.

Amigo de una infancia de barrio al que sus primeros piques en la carrera del éxito lo mudaron a otros pagos, y al que en la adolescencia rebautizamos "Angustín" por su devastada alegría de vivir y una mala leche casi congénita.


Inevitable encuentro de miradas en la esquina de la parada esperando la verde para cruzar:


Yo: Angus querido! Lindo verte, che! Que contás de bueno?


Angustín: De bueno? No, bien. Acabo de bajar del bondi para empezar el día con el pie derecho adentro de un charco de agua podrida.


Yo (con sonrisa compasiva): bueno, tampoco lo tomés como un presagio! Los "seguidores de señales" terminan siempre desviados de sus objetivos.


Angustín: elegante y rebuscada tu forma de decirme que mire por dónde camino.


Yo: Achicáa! Todos tenemos buenos y malos días. Vas para la estación?


Angustín: Si.


Yo: ok. Yo también. Vamos.


Dos veredas en absoluto silencio interferido sólo por el ruido de la avenida, en el que siento que acabo de desperdiciar una buena oportunidad para caminar solo. Pero el destino o el mismísimo Mandinga se encargan de darle el toque, o más bien el puntapié a ésta historieta.


Yo: GUARDA EL SORET...!! Perdón te avisé tarde.


El pié izquierdo de Angustín pasó como aplanadora sobre el súper pancho abandonado por un Gran Danés transformándolo en una pintura de René Magritte en 3D y con estímulos olfativos.


Angustín: querías saber qué cuento de bueno? Dáme like y seguíme un par de cuadras más y te vas a dar una idea. Tranquilo! No es contagioso.


Yo (intentando cambiar de tema aguantando la carcajada y de la manera más cursi): Como están Alejandra y los pibes?


Angustín: supongo que bien. Te acordás del Tano Julio? El de la agencia de autos. Se fué con él. El clásico "Billetera mata Galán" pero en versión extendida.


Yo: uy, que cagada!


Angustín: el pibe se metió en una especie de comunidad auto-sustentable en Sierra de la Ventana y vive allá. Según él, se cansó de la hiper-conexión que achicharra las masas encefálicas o algo así. Y la nena tiene una Fan Page. Cuando está en casa vive encerrada en su cuarto y el resto de su tiempo lo dedica a producciones de video y castings.


Yo: bueno, al menos supongo que debe ganar buena plata.


Angustín: tuve la poco feliz idea de darle una extensión de mi tarjeta de crédito y me arruinó.


Yo: pero será de Dios!


Angustín: Dios? Dios es la utopía que nos hace seguir caminando, aunque vayamos derechito para el abismo. Y algún pingüino con sotana nos convenció que "no hay mal que por bien no venga".


El tren está entrando en el andén y apuramos el paso...


 

Capítulo 2


Amasijo en hora pico
El Roca

La odisea de subir al Roca en Temperley y en hora pico no es para cualquiera. Se necesita temple, coraje y cierto grado de locura para topar a una marea humana calzada a presión en las puertas del vagón.


Angustín: Dále, subí vos.


Me ubico por un costado ayudándome con el pasamanos. Con esfuerzo me doy vuelta para darle la mano a Angus que va por el segundo intento tratando de no rebotar contra una "luchona" excedida en tortas fritas y chipá. Pego el tirón pero el delay de las caderas lo deja al alcance de la guillotina, que lo aprieta justo sobre el bolsillo izquierdo de la camisa.

El grandote del otro lado aprovecha la situación para lucirse abriendo las puertas mientras apoya a la petisa casi escondida bajo su axila.


Yo: Estás bien Angus?

Angus: Sip. Estoy acostumbrado.

Yo: Y por lo que veo también conservás la costumbre del Guaymallén de chocolate en el bolsillo, jeh!


La Pier Cardán amarillita parecía garcada por un chihuahua con diarrea.


Angus: es como un folklore personal.

Yo: El alfajor en el bolsillo?

Angus: No. Llegar echo un asco al laburo.

Yo: Bueno, tampoco es un drama! Le puede pasar a cualquiera.

Angus: Tal cual. A un cualquiera. A la gente normal no le pasa.

Yo: Bajá un cambio! Y en honor al sentido común, la próxima meté el alfajor en la mochila.

Angus: Ni loco. En la mochila llevo la ropa limpia para cambiarme.

Yo: Puedo preguntarte algo? Es tan necesario el Guaymallén?

Angus: Es mi almuerzo.


Un silencio apretado pone en primer plano el zumbido del eléctrico acelerando para salir de Banfield, que se quiebra con un cachetazo curtiendo la cara de un cuarentón de lentes oscuros cerca de la puerta opuesta, y el grito: DEGENERÁdo!, ASQUERÓso! HDP!

Lo bajaron en Escalada.


Rompiendo los murmullos de los pasajeros aparece un vendedor ambulante abriéndose paso diestramente entre la multitud hasta quedar posicionado en una ubicación casi de privilegio para arrancar su recitado:


"Buenos días EstimadEs PasajerEs. Abuso en ésta oportunidad de su amable atención para acercarles el archi-conocido Peine Pantera siempre tan necesario en la cartera de la Dama y el bolsillo del Caballero, o como cada quien se perciba con total libertad y derecho. Elaborado en material plástico de última generación que le confiere una flexibilidad extrema y una resistencia inigualable contra torceduras y golpes (mientras dobla al legendario Pantera como un acordeón de bolsillo y seguidamente da 2 golpes sonoros contra el caño del pasamanos). Y no lo sigo haciendo, por la integridad del coche! Gracias por su atención y que tengan muy buen viaje!"


Aplauso y carcajadas de los pasajeros, que reflejan en Angus una mueca parecida a una sonrisa.


Yo: Un capo el tipo, ja!

Angus: Te voy saludando que bajo en Lanús.

Yo: Pero, no laburás más en el centro?

Angus: No lo tomés a mal pero, necesito estar solo.

Yo: No hay drama... Qué pasa mí viejo? Si tenés 10 minutos y me querés contar te invito un café.

Angus: No sé si pueda, o si logre ser claro para que me entiendas, pero te acepto. Todavía no desayuné...


 

Capítulo 3


inframundo orinal
Tunel de Lanús

El café.


Bajamos del tren en Lanús y cruzamos el túnel del inframundo orinal buscando 9 de Julio. Elegimos un bar cualquiera, de esos en los que el bullicio de la calle y el ruido de la cafetera express ofician de colchón acústico para una confesión íntima.


Yo: Qué tomás?

Angus: cortado en jarrito.

Yo: Medialuna?

Angus: Dale, gracias.

Yo: Igual para mi.

Mozo: Muy bien Señor, 2 cortados americanos y 2 medialunas entonces.


En el segundo de un silencio infinito me llamó la atención un hombre mayor leyendo un diario en papel.

Vuelvo a la mesa y la mirada de Angus se fuga detrás de unas calzas ceñidas como viendo una película de terror...

Cafetera Express y mil demonios
Cafetín

Yo: Dale, arrancá.

Angus: No sé por dónde.

Yo: Por el principio si querés. Puedo posponer mis asuntos y Vos ya vas tarde, y no creo que vayas hoy.

Angus: Estamos de acuerdo en eso.

Te acordás del día de mi casamiento?

Yo: Si, claro!


Angus: Desde antes de pisar la vereda del Registro Civil empecé con palpitaciones. Primero no le di mucha pelota adjudicándolas a los nervios y la ansiedad. Alejandra estaba más linda que nunca. Esa belleza simple de barrio apenas retocada con delineador y vestida para la ocasión, pero sugerente.

El pecho se me arrugaba como si tuviera un cangrejo enojado.


Yo: me hacés reír! Casi puedo imaginarte.

Angus: Yo lo intento pero no puedo.

Yo: Qué no podés?


Angus: Reír... Quise salir corriendo pero las creencias familiares me tenían paralizado. Ale tenía la mirada de vidrio. Firmamos. Y en medio de la lluvia de arroz crudo tuve un dejavú, cenando solo, 20 años después. Arroz blanco a veces con queso rallado...


Yo: Amigo! Cuánta carga llevás en el lomo y por cuánto tiempo!...


 Angus: Me gustaría poder decir que estoy acostumbrado pero tampoco me sale. Saliendo del civil sentí una alegría pintada, como si hubiera comprado un billete de lotería con la esperanza de agarrar "la grande", y por dentro con el miedo de estar en el sorteo de un hermoso par de cuernos y de tener todos los números en el bolsillo. Pero si algo nos hace humanos es la contradicción y la estupidez. Aposté todo a superarme, a prosperar para darle a lo que después, inocente, bauticé como "Familia", y el crupier me clavó la bolilla en el cero...


Yo: No quiero ser cursi ni consolarte pero, por lo menos la última vez que nos vimos 10 años atrás, montabas un buen auto y eras el principal creativo de una agencia publicitaria importante.


Angus: Cierto. Gran momento aquel. Una trepada casi vertiginosa. Pero todo lo que sube, en algún momento baja. Hay que ser muy frío y visionario para no llegar al momento en que nos demos cuenta que después del éxito no hay nada.


Yo: Te mató el divorcio, no?


Angus: La frialdad. El desapego a sus hijos. La demolición controlada en segundos de un hogar y un digno pasar construido en 10 años. Eso me mató. No fue Alejandra ni el Tano de la agencia. Fui Yo. Me suicidé en cuotas.


Después de un elástico minuto de silencio mientras arrugo los sobrecitos de azúcar vacíos, levanto la mano pidiendo la cuenta.


Yo: Tenés ganas de caminar un poco? Es temprano y por la sombra el calor todavía se banca.


Angus: Lo necesito. Y... Flaco: Gracias por bancar el vómito y por el desayuno.


Yo: Qué boludo que sos!


 

Capítulo 4


Calma de barrio
Calles de adentro

La Caminata.


Angus: Te jode si agarramos una calle de adentro? Prefiero el paisajismo de barrio a la locura conurbana.


Yo: Ja! Dale! Vos sabés? Esa expresión recuerdo haberla usado para algo que escribí o dije en algún momento por la Radio. Es muy ilustrativa.


Angus: Cierto. La Capital es más una especie de despelote organizado, o al menos contenido. El conurbano es un cliché social tipo "tierra de nadie".


Yo: Hace 10 años que no nos veíamos y siento como si estuviera hablando con el espejo del baño, jeh!


Angus: Comparto. Si no hubieras sido Vos no te hubiese aceptado el café. Salvo por cuestiones de laburo, hace rato que no charlaba con alguien. Cuando me ascendieron en la Empresa tuve muchas ganas de contárselo a alguien más, de compartir una alegría, un logro. Llegué a casa y se lo conté a Alejandra. Su único comentario fue: "Qué bueno amor".


Yo: Dejáme adivinar: el principio del fin?


Angus: Algo así. O por lo menos, las primeras señales que por entonces no quise reconocer.


Yo: Te tapaba la sombra de tu ego inflamado?


Angus: Cuando empecé a darme cuenta creí lo mismo. Pero con el tiempo, después de haber domado las ínfulas, comprendí que era envidia.


Yo: De Alejandra?


Angus: Si Flaco. Envidia competitiva de la peor, como si yo fuese una mina, una amiga con la cual competir.


Nuestros pasos sonaban secos en la calma de una cuadra arbolada pincelada por el ladrido de un perro.

Angus bajó la vista como para contar baldosas y dijo:


Angus: Un asco!


Yo: Su postura?


Angus: No. El zapato. Por meter la pata en la zanja cuando bajé del bondi.


Yo: Por alguna razón me acordé de un dicho de otros tiempos.

La mujer se arregla por 3 razones:

1.- Para gustarse a si misma.

2.- Para gustarle a otras mujeres.

3.- Por último, para gustarle a los hombres.

Tal vez asocié lo de la envidia como el motor de sus prioridades, pero no quiero echarle nafta al fuego.


Angus: Tranquilo. Sobre cenizas no prende.


Intento tratar de correrle el foco a Angus para achicarle la tristeza.


Yo: Y con el laburo como vas?


Angus: Por entonces iba muy bien. Ante cualquier desafío que me presentaban respondía con una catarata creativa que desbordaba a todo el equipo. El branding parecía no tener fin y, con la misma soltura y facilidad, organizaba todos los pasos a seguir y coordinaba todo.

Pero después de la partida de Alejandra se cortó todo. Cómo si las musas vivieran en Ella y con Ella se fueron.


Yo: Convengamos que no es un evento menor en la vida de cualquiera. Es un duelo que hay que transitar.


Angus: Ese fue mi error.


Yo: No hacer el duelo?


Angus: No. Reflejarme en Ella en lugar de hacerlo en el espejo del baño. Hay días en los que me levanto con ganas de cabecear el Roca.

Y Vos? Qué pasó en tu vida en éstos ultimos 10 años?


Yo: No quiero emplomarte. Si te cuento vas a pensar que me quiero cobrar el café.


Angus: Vos también sos un boludo.


Yo: Lo dicho. A las 10 y media de la mañana no creo que vayás a laburar hoy. En la esquina hay una remisería. La seguimos con un mate en casa? Estoy solo hasta la noche.


Angus: Pero el "Remo" lo garpo yo.


Yo: No me hinchés las bolas.


Siguiendo el ritmo sincopado del remisero rengo hasta un Renault detonado, Angus me tira:


Angus: Te acordás de Beto?


Yo: El Chuec...?


Angus: Si, si, el mismo. Está viviendo en Francia.


 

Capítulo 5


Algún kilómetro recorrido
El Remisero

El Remisero.


Si tienen algo en común todos los remiseros es el desodorante de autos con olor a jabón de telo barato. Pero hay que reconocer que es su nave y huele como ellos quieren.


Remisero: A qué dirección los llevo?


Yo: Carlos Tejedor y Pasco.


Remisero: Temperley, no?


Yo: Si.


Después de poner 2da con doble embrague y la queja de los sincronizados gastados, nuestro ocasional "Timonel" arranca un hilo con la soltura automática de un guía turístico:


Remisero: Ahí en ese barrio viví casi toda mi infancia!


Yo: Resultó vecino, entonces.


Remisero: Pasco y Achupallas, bah, a media cuadra de la Agencia del Tano Renzo.


A Angus se le tuerce la expresión y tras exhalar un poco de fastidio empieza a contar árboles por la ventanilla.


 Remisero: Flor de hijo de su madre el Tano! A mi finado Viejo (Q.E.P

D), le vendió un Falcon con cáscara de banana en el diferencial, para que no zumbara, y masilla hasta en los vidrios.


Contra cualquier pronóstico cantado que Angus siga el viaje inmerso en su silencio, gira su cabeza y enfoca su mirada en el retrovisor buscándole la cara al remisero y, casi imitándole la voz suelta:


Angus: Yo le vendí a mi Señora hace 8 años y nunca me la pagó.


Carcajada estúpida y contagiosa del remisero, que yo acompaño con un segundo de ojos cerrados, mordiéndome el labio inferior y con palmas arriba, mientras me pregunto quién me mandó a invitarle un café...


El Renault deja notar nuestro silencio en la pausa del semáforo.

Con la mirada fija en la luz roja, nuestro chofer pregunta con calma:


Remisero: Y nunca le reclamó?


Angus lo mira con una expresión tipo "con que clase de pelotudo estamos hablando?", y el tipo sigue:


Remisero: Por lo menos Usted puede. A mi Mujer se la llevó un infarto mientras dormía. No la pude rescatar y hasta el dia de hoy no tengo el valor de ir a buscarla...


Otra cuadra en silencio y otra gilada más de un Angus que desconozco:


Angus: Este hombre tendrá mucho laburo como para invitarle un feca?


Yo: Angus no te jode si dejamos el mate para otro momento? Ahora soy Yo quien necesita estar un rato solo.

-Jefe no me deja en la esquina?


Remisero: Si, como no.


Yo: cóbreme el viaje hasta Temperley así lo deja a mi Amigo en su casa. Cuánto le debo?


Remisero: 3.800.-


Yo: Sirvasé. No me dé vuelto.


Remisero: Gracias!


Yo: Angus, nos hablamos, dale?


Angus levanta su mano y su comisura mientras el remis arranca.

Compro puchos en el kiosco y de verdad tengo ganas de fumar mientras camino hasta casa.

Estoy en Banfield.


 

Capítulo 6


Caminata de vuelta
Banfield

El regreso a casa.


Volviendo por Belgrano, de contramano si fuera manejando, voy caminando por la sombra mientras me quedo pensando en la historia del remisero. Y tal como funciona mi coctelera encefálica en algún punto me enganché con mi propia historia.


Primero pantallazos desordenados en la cronología. Pero a medida que me voy acercando a mi destino a paso caracol, se van ordenando. Y el factor ordenante siempre es la clásica pregunta que nos hacemos todos:


"Que hubiera pasado si..?"


La rueda de la fortuna de los recuerdos pierde velocidad y de detiene en el casillero de 5to año de escuela secundaria.

En 3ro empecé a noviar con quién después se convertiría en esposa y madre de mis hijos. Filtreo clásico a la vuelta de la escuela que por entonces era común verlo en la calle. Besos tipo Hollywood con fauces abiertas y manos que siempre tendían a bajar más allá de la cintura como si fueran de plomo, mientras mis hormonas de 15 años andaban de piquete intravenoso gestando la revolución. Pero no era fácil llegar al estallido en pleno "Proceso de Reconstrucción Nacional", y con un futuro suegro, un gran tipo criado en los suburbios tangueros de Remedios de Escalada, gran lector, moralista, y empleado bancario intachable.


Tal como un recuerdo del futuro, en 4to año le tiré la toalla como en el boxeo, tentado por las ofertas del mercado estudiantil femenino y cierto sentimiento por entonces indescifrable, que me dejaba un gusto rancio.

Otras veredas, otros zaguanes y no pocas noches de boliches bailables de Banfield repitieron la escena con diferentes actrices, tonos de cabello y atributos.


Un 5to año lleno de incertidumbres en un entorno dictatorial del que no sabíamos casi nada, sumado a la nostalgia del final de una de las etapas más lindas de la vida, me la volvieron a traer en bandeja y con la manzana en la boca, de la mano de una amiga entrañable.

Conociéndole el perfil de mujercita escorpiana me costó tragar aquella imagen de pollito mojado, con el delantal blanco entallado a la cintura, un jean que le quedaba como un guante y un sutil delineado de ojos.

Expeditivo flete a nuestra "casamentera" y el beso que empezó en el pasillo duró hasta mi aislado cuarto en la terraza.


Pasaban los meses de aquel 77 y tras no pocos intentos fallidos y agotadoras charlas de franela erecta, sumada a mi desarrollada labia entrenada por falta de buena facha, finalmente logré lo que por entonces era la famosa "prueba de amor".

Pero por mi inexperiencia y la ceguera desbordada por una flamante libido, pasó algún tiempo para que me diera cuenta que algo no funcionaba bien.


Las partes empezaban a proyectar sus idealismos en el otro y aparecían las primeras "condiciones de contrato" en un proyecto de vida que se daba por sentado. Detalles que se me fueron haciendo más visibles aún en la neblina de su apatía para la intimidad, que me mantenía ocupado y consumiendo todos mis recursos, al punto de llegar a la por entonces flamante y poco difundida terapia de pareja, mucho antes de una fecha de casamiento previamente negociada, o más bien a la que accedí gracias a un lobby muy estudiado, de lo que tomaría conciencia años e hijos más tarde...


Ya en la esquina de casa y con llaves en mano, me cruzo con un amigo de otros tiempos con visible intención de detenerse y un:


* Flaco querido! Qué contás de bueno?

# De bueno? Mi vida,Jah! Pero no te la cuento porque es muy larga y voy apurado.


Mi viejo conocido pudo percibir mis pocas ganas de darle pelota y con un obligado apretón de manos me tira:


*Dale loco! En cualquier momento nos tomamos un café.

#Dale, nos vemos!


Cierro la puerta del living y me recibe la paz del silencio. Mi actual conviviente y su combo al que yo llamo familia aún no llegan.

Pongo música y la pava. Nunca mejor momento para unos buenos mates. Solo. Como debe ser.


(Continuará.... mientras el tero aguante)


Ariel Villar


 

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Gracias por ver, leer y comentar al final de ésta pantalla!!








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