La Sixtina del conurbano: cuando Soldi se quedó a pintar en Glew
- Ariel Villar
- 27 ago
- 3 Min. de lectura

Por Café Temperley☕
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Texto:
Hay lugares que te cambian el pulso. Entrar a la parroquia Santa Ana, en Glew, es uno de esos. Apenas cruzamos la puerta, el aire huele a cera y a barrio antiguo, y el silencio se llena de colores. No exageramos: a este templo le dicen “la Capilla Sixtina del conurbano”.
—¿Y eso? —pregunta siempre alguno.
—Porque acá pintó Raúl Soldi —respondemos, con esa mezcla de orgullo y sorpresa que te sale sola cuando algo grande pasó cerquita de casa.
El día que el arte bajó del tren
Cuenta la historia que Soldi se enamoró de Glew en los años 30 y volvió una y otra vez. En 1953 agarró andamio y cal, y empezó a pintar al fresco las paredes interiores de la capilla. Lo hizo durante 23 veranos, hasta 1976. En total dejó trece murales que cuentan escenas de la vida de Santa Ana, la madre de la Virgen María, pero ambientadas con guiños de nuestra zona: rostros, oficios, patios y cielos que se sienten de acá.

No fue una obra de museo ni de encargo millonario. Fue trabajo paciente, de pueblo: picar la pared, revocar, volver a empezar si no quedaba como él quería. Y a la tarde, cuando bajaba el sol, el maestro guardaba los pinceles y se quedaba charlando con los vecinos. El arte, a veces, entra por la puerta de la parroquia.
La primera impresión
A la derecha del altar nos frena un mural enorme. Los azules y los ocres te envuelven como una marea mansa. Más atrás, sobre los muros laterales, hay escenas con personajes que parecen sacados de una película renacentista, pero con esa humanidad cercana que Soldi sabía pintar: miradas que miran, manos que trabajan, gestos que abrazan.
La nave es chica, modesta, con bóveda simple y bancos de madera. Tal vez por eso todo pega más fuerte: no hay distancia. Lo que en otros lados es solemnidad, acá es caricia.
¿Por qué nos conmueve?
Porque nos recuerda que el talento no vive solo en las capitales, ni en los grandes teatros. Vive donde alguien decide quedarse, mirar de cerca y pintar lo que ve. En Glew, un artista gigante eligió el verano, la paciencia y la pared blanca de una capilla para dejar una obra que todavía respira.
Y cuando salimos, el sol pega en los ladrillos, suena una campana, y ahí nomás pasa el tren rumbo a Constitución. Pensamos: qué lindo cuando el arte nos encuentra en la esquina.

Datos útiles
Lugar: Parroquia Santa Ana, Glew (Partido de Almirante Brown).
Dirección: Rafael Obligado 336, esquina Gorriti.
Qué ver: trece murales al fresco de Raúl Soldi (1953–1976).
Tip Café Temperley: si vas en finde, cruzáte también por la Fundación/Museo Soldi (a unas cuadras) y cerrá con un cafecito por la zona.
Cómo llegar
Tren: Línea Roca, ramal a Glew. Desde la estación, son unas pocas cuadras caminando.
Auto: por Calzada/Longchamps, siguiendo hacia Glew. La capilla está en el casco histórico.
Para guardar
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Ariel Villar
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