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Esposas por necesidad y Maridos por opción.

  • Foto del escritor: Ariel Villar
    Ariel Villar
  • 18 sept
  • 3 Min. de lectura
Pareja adulta en el mar

En contraposicion a lo que debería estar ocurriendo en una sociedad cada vez más negada a formar una familia, un número mucho más grande de lo que suponemos se compone por mujeres con hijos a cargo de parejas anteriores y un horizonte en el que ya divisan su segunda edad adulta y tal vez un papel de abuela joven.


Hablamos de muchas mujeres mayores de 50 con más de un fracaso de pareja que cargaban con expectativas de planes a futuro, que mayormente las convirtieron en Madres y no pocas veces sin el deseo de serlo.

Un folk que trasciende la cultura Argentina alcanzando a toda Sudamérica, y con el que la Agenda 2030 no estaría pudiendo desmembrar el sesgo de "familia tradicional", que mutó al rótulo de "familias ensambladas" hasta ubicarse dentro de lo que hoy clasificamos como "normal".


A finales de los 90s y principios de los 2000, los entonces adolescentes mantenían a flote la premisa del estudio y la preparación académica con su correspondiente título para convertirse en una persona de éxito con su correspondiente seguridad económica y bienestar. Pero el 2010 llegó de la mano de la tecnología hiper conectada y las redes sociales, embocándonos el primer cachetazo social para demostrarnos que un influencer puede ganar 10 veces más que un profesional, empujando más abajo a un sistema educativo hundido en el barro de la mediocridad.


En cifras mundiales, hoy día los jóvenes nuevos ricos productores de contenido siguen siendo una minoría fugáz y perenne, dando el ejemplo a la otra gran mayoría que pretende imitarlos y superarlos, o al menos llegar a pegarle un buen mordisco a la torta casi sin esfuerzo.

A su vez, los entonces pibes de los 90s hoy ya son cuarentones realizados y con familias estables con cierto grado de seguridad económica, incluso mucho más que lo logrado por sus padres nacidos entre los 60 y 70s.


De éstos últimos y en particular de las mujeres que hoy han superado la barrera de los 50, nos ocuparemos a continuación.


A una abrumadora mayoría les tocó vivir la vapuleada "falta de oportunidades" dentro de una realidad económica dura, que no contemplaba siquiera la posibilidad de completar los estudios de nivel secundario, y la única salida de la escuela primaria era trabajar en tareas domésticas o empleos explotadores con nulas posibilidades de progreso.


En ese contexto, Ellas, a cambio de un sueño de libertad y un futuro ya condenado, la necesidad de lograr cierta seguridad económica y bienestar general y hasta un techo, se constituyó en un paliativo obligado, apuntando las últimas balas a algún "sugar daddy" legal.


A su vez para Ellos, también coleccionistas de varios fracasos sentimentales dentro de una legalidad social, la estabilidad económica y la esperada libertad no ofrecieron tantas opciones como las supuestas, y la mayoría terminó siendo el nuevo "proveedor" de las antedichas bajo el romántico rótulo de "Amor Adulto".

Pasión tardía? Comodidad? Necesidad de cumplir roles? Miedo a la soledad? Tal vez de todo un poco.


Raspando el fondo de cocción, la cacerola empieza a mostrar el brillo opaco de una realidad social actual con más preguntas que respuestas.

Tanto para Ellas como para Ellos, las prioridades cambiaron con el tiempo. Ambos abandonaron el pie de guerra por defender ideales que están más allá de sus ya cercanos horizontes, eligiendo la paz del día a día sin kilombos ni sobresaltos.

Cambian figuritas repetidas queriendo llenar un album que ya no se consigue. Los remedios caseros y medicamentos empiezan a ocupar su lugar en la alacena. Los lentes de lectura pasan a ser parte de la configuración facial por default y los viajes en ruta ya no son tan largos. Dolores nuevos a los que nadie llamó se nos presentan con nombre, apellido y justificación de un pasado movidito y la pasión improvisada se transforma en una coreografía ensayada de memoria, cómoda y funcional.


Y aquellos otrora indefensos niños nacidos en un pasado ajeno por entonces condenados al fracaso, hoy nos miran desde su adolescencia silenciosa con muchas más preguntas y muchas menos respuestas, a cobijados en una sensación de seguridad protectora sin darse mucha idea de estar parados en la punta de un trampolín, a punto de dar el gran salto de sus vidas, tal vez para lograr colgarse del éxito o tal vez, para experimentar la espantosa sensación de una trompada en la boca del estómago cayendo al vacío.


Y tal vez, de algún modo, tanto Ellas como Ellos, hayan encontrado sin querer una forma de éxito.


Ariel Villar

Café Temperley


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Ariel Villar

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