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Ariana: una historia escrita en el viento

Foto del escritor: Ariel VillarAriel Villar
Ariana: una historia escrita en el viento

En el cuarto de Ariana, cada objeto contaba una historia. Había una caja de latón donde guardaba sus más preciados tesoros: un envoltorio de chocolate arrugado que le había regalado Franco el día en que se animó a invitarla a salir, un papelito doblado en cuatro donde su mejor amiga Camila había escrito: "Sos única, no lo olvides nunca", y una canica azul, hallada en el patio del colegio, que guardaba como si fuese un talismán.


Ariana tenía 15 años, pero su alma parecía tener siglos. Era bajita, delgada como un hilo de luz, y su cabello corto le daba el aire de una heroína de cuento que aún no sabía que estaba destinada a cambiar el mundo. Sus ojos marrones brillaban con la intensidad de alguien que observa la vida como si fuera una poesía interminable.


Vivía en una casa llena de armonía, con una familia ensamblada que la hacía sentir completa. Su mamá, siempre en movimiento, llenaba el hogar con el aroma del pan casero y la paz del orden. Su padrastro, Alfredo, un hombre jubilado con una risa que contagiaba, era su cómplice y confidente. A veces, mientras tomaban mate en el jardín, él le decía:


Sos una escritora, chiquita. Escribís como si el mundo entero estuviera pendiente de tus palabras.


Y Ariana se sonrojaba, pero en el fondo sabía que Alfredo no exageraba. Sus cuadernos estaban repletos de historias, reflexiones y poemas que parecían haber sido escritos por alguien mucho mayor, alguien que entendía la vida con una claridad que incluso ella no lograba explicar.


Una tarde de primavera, mientras caminaba hacia el colegio, se cruzó con Franco, el chico que hacía que su corazón latiera más rápido. Él venía en bicicleta y se detuvo a su lado.


Hola, Ari. ¿Querés que te lleve? - dijo con una sonrisa que le iluminaba el rostro.

Ella vaciló un instante. Sabía que si aceptaba, el grupo de amigas en la puerta del colegio no la dejaría en paz con las preguntas. Pero también sabía que esa era una oportunidad que no quería dejar pasar.


Dale - respondió, y se subió a la parte trasera de la bicicleta.


Mientras pedaleaban, el viento despeinaba su cabello y ella sintió una mezcla de nervios y felicidad. Franco no hablaba mucho, pero su silencio era cómodo, como si estuvieran compartiendo un secreto. Al llegar al colegio, él frenó y dijo, casi en un susurro:


Me gusta cómo escribís. Leí lo que publicaste en el grupo del cole.



Ariana lo miró sorprendida. No sabía que Franco había leído sus textos. Ese simple comentario hizo que su mundo se detuviera por un segundo.


Gracias... - murmuró, sintiendo que sus mejillas ardían.


Ese día, mientras escribía en su cuaderno, no podía dejar de pensar en él. Había algo en su sencillez, en la forma en que la miraba, que la hacía sentir especial.


Alfredo entró a su cuarto sin tocar la puerta, como siempre.


¿Qué hacés, escritora? ¿Un nuevo capítulo de tu novela?


Algo así - respondió ella, cerrando el cuaderno rápidamente.


Mirá que yo sé que andás enamorada de ese tal Franco, ¿eh? - dijo él con una sonrisa pícara.

Ariana se tapó la cara con las manos, riéndose.


¡Alfredo, basta!


El amor era un misterio para Ariana, lleno de emociones encontradas, pero también era un motor que la hacía escribir con más pasión. En sus textos, Franco se convertía en un héroe que la rescataba de sus inseguridades, y ella, en una princesa que no necesitaba ser salvada, pero que disfrutaba de la aventura.


Esa noche, mientras el mundo dormía, Ariana miró por la ventana de su cuarto. La luna brillaba como un testigo silencioso de sus pensamientos. Abrió su cuaderno y escribió:


"El viento me llevó hoy a un lugar inesperado. No sé si fue su sonrisa, su voz o la forma en que me miró, pero algo en mí cambió. Quizás, por primera vez, entiendo lo que significa escribir con el corazón. Y, aunque el futuro sea incierto, estoy lista para enfrentarlo, porque sé que hay historias que solo comienzan cuando te animás a sentir."


Ariana cerró el cuaderno y sonrió. Sabía que no estaba escribiendo solo para ella. Escribía para todos los corazones jóvenes que, como el suyo, estaban aprendiendo a amar.


Ariel Villar

Café Temperley

 

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Ariel Villar

Café Temperley

 

2 comentarios

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2 Comments

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Elían
Jan 06
Rated 5 out of 5 stars.

Una hermosa y corta historia de amor, retratando lo mejor del amor entre jóvenes.

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Ariel Villar
Ariel Villar
Jan 07
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Muchas Gracias Elian! Me alegra que te guste.



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