Yo pensaba
- Ariel Villar
- hace 5 días
- 2 Min. de lectura

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Yo pensaba que faltaba mucho y ni siquiera imaginaba como sería ser adulto, pero jugaba a ser grande, piloto de carreras, científico, astronauta o errabundo.
Nunca tuve vergüenza en pensar y decir estupideces y locuras, de cantar y tocar en público, pero sobre todo ante mí.
Quería cambiar el mundo, pero siempre sentí que llegaba temprano a la fiesta, que era lo mismo que no ir.
Volaba bajito para sentir más esa hermosa sensación de velocidad y adrenalina.
Pero el destino, que es el seudónimo que usa el Universo cuando no quiere dar su nombre, tenía otros planes para mi...
Me puso a jugar con fuego para sentir su calor y su poder, y para aprender que el fuego controlado es vida, y sin control, es muerte. Lo mismo que el amor.
Y comprendí que la vida es un juego que trata de hacernos olvidar de la muerte. Y yo no pensaba en la muerte con todo lo que tenía por hacer.
Ideas locas, proyectos que quedaban a medio camino entre la creatividad y el tedio porque, igual que la pasión, resultaban aburridas y opacadas ante una nueva fascinación.
Pensaba que todo era posible. Y lo sigo creyendo aún. Pero para convertir una idea en un proyecto era necesario crecer, y lograr las herramientas necesarias.
Fui músico y también ambicioso. Aventurero, amante, padre y también probé las mieles de la soledad por voluntad propia.
Creía que en el cielo había un Dios todopoderoso pero no me cerraba lo del Diablo en un infierno bajo tierra, porque ponía en dudas lo de "todopoderoso".
Hoy finalmente entiendo que son una representación de nosotros mismos y que la mayoría elige creerles para darle un sentido a la vida, y uno a la muerte.
Entonces entendí ésto del tiempo, que también es otro invento humano como factor de control, que se vuelve el cuco de la supervivencia, y decidí dejar de usar relojes de pulsera, aún cuando al jubilarme me regalaron uno, tal vez para recordarme lo poco o mucho que me queda...
Antes pensaba que era libre y vivía preso de mis posesiones.
Hoy lo soy, tal vez no tan rico como imaginaba ni tan pobre como temía, consciente y agradecido por seguir en éste viaje, con los pies sobre la tierra y en alpargatas, y mi alma que nunca va a dejar de volar.
Ariel Villar
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Ariel Villar
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