top of page

Un hijo, un árbol, y un libro. Cap.7📗

Foto del escritor: Ariel VillarAriel Villar

Actualizado: 26 jul 2023


Aceptar? Si. Pero hasta dónde?


Por experiencia se que somos unos cuantos a los que los días nublados nos dejan el ánimo como una hoja seca aplastada por la humedad y el frío del invierno. Pero pasan los años y vamos tomando conciencia que la cosa tiene poco que ver con los días grises que, en todo caso, le ponen el acento.



Nomás por mi naturaleza de haber venido a éste mundo a romper karmas agradezco cada amanecer y pido seguir siempre en consciencia y observando éste momento de nuestra historia con claridad y desde afuera de la caja. Y me propuse no caer en ninguna zanja conspirativa para no salpicar con barro los sueños de las generaciones nuevas.

Y a la par también consciente que estoy viviendo mi tiempo blando sin obligaciones ni horarios, una de las cosas por las que agradezco cada día.


Seguramente por mantenerme "conectado" con hijos y nietos me sigo actualizando (a mi ritmo y a mis ganas, claro), haciendo mi mejor esfuerzo por aceptar ésta Nueva Humanidad que de humana ya no le queda casi nada. Y en ésto se centra éste capítulo.


Puedo aceptar la normalización de cuestiones que si sos joven te cuento que existen desde siempre, como por ejemplo que cada quien se autoperciba del sexo que le calce mejor y que lo disfrute sin ser condenado por una sociedad "retrógrada", que reflejo con el viejo dicho popular: "que cada uno haga de su culo un pito". Pero se me abre una grieta en el sentido comun cuando las intimidades pasan a ser públicas buscando sumar consenso y reconocimiento legal, y me surge una pregunta:

"Para qué?"

Las noticias me ponen algunas respuestas en la pantallita. En Nueva Zelanda la ley aprobó que un hombre de más de 50 que se percibe como una niña de 7 años, asista a la escuela con peluca y exprese el afecto a sus compañeritas con besos, abrazos y juegos sexuales (entiéndase manoseo intencional), sin que ninguna autoridad reaccione ni los padres de esas niñas. Estoy hablando de nenas de 6/7 años y de padres que tal vez reaccionen cuando detecten un comportamiento extraño en ellas producto de una violación disfrazada de juego. No! En absoluto. No lo puedo ni aceptar y ni pensar en la posibilidad de aprobar tal iniciativa.


Lo mismo me sucede con el egocentrismo exacerbado de las redes sociales, donde un culo (muy atractivos por cierto) se vuelve viral y consigue más likes que un acto de ayuda humanitaria o un reel/video/tutorial que le enseñe a alguien más a mejorar su calidad de vida, su educación o a su superación personal.

O que los políticos se nos sigan riendo en la cara mientras nos siguen garcando, mientras nadie hace nada, salvo hacer memes y quejarse por las redes. Pero después van y votan al mismo estiércol de siempre para no perder su derecho a elegir entre bosta o mierda, en lugar de gestar una buena revolución que los extermine de una vez, como si se tratara de un cáncer, que de hecho lo son.

Y se ríen de su propia estupidez cuando leen graffitis como: "Coma mierda. Millones de moscas no pueden estar equivocadas".

No sé Vos, pero yo no me auto-percibo mosca ni como mierda.


Por momentos me siento más identificado con Don Pandemio, un personaje que inventé en una canción para mitigar el miedo de mis nietos enjaulados allá lejos en 2020, que de El Flaco Irreverente y Revolucionario apodado "22" (el loco en la jerga de la quiniela), que luchaba por los verdaderos valores humanos, la injusticia y el sentido común.



Viejáso? Y puede ser, por ahí un poco temprano o es la impresión que da la tremenda velocidad a la que avanza la estupidéz que nos pasa como si fuésemos marcha atrás por una autopista.


Pienso en los viejos, en su paso lento, en su rutina de barrio, en la inmunidad que les dan su encierro, y en su sonrisa silente y sus ojos brillosos, que a la gran mayoría dormida le inspira pensamientos del tipo: "pobre viejo, no entiende nada", y en la que unos pocos más cercanos a la sabiduría que a la idiotez, podemos leer el claro mensaje: "Pobrecitos! Dios los ampare".

Viejitos, Abuelos, que en no pocos casos el hastío de la incoherencia social termina ahogando al instinto natural de supervivencia, y se dejan ir, tal vez con la esperanza de encontrar un mundo mejor en el que no sean segregados por tener que cargar con un cuerpo cansado y puedan habitar un mundo de Amor vistiendo sólo sus almas.



No te emplomo más. Los días nublados y fríos me quitan las ganas de agarrar un poco de tierra con la camioneta que para llegar tengo que sortear 60 kilómetros de un tránsito enfermo, y para la moto llueve y hace frio.


Ariel Villar

RadioBlog

 

0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
Radio en vivo
bottom of page