Todo tiempo pasado, fue mejor?
Archi publicado, compartido, copiado, pegado y embarrado con aberraciones ortográficas incalificables, ésto de que los Boommers somos parte de una generación única, criados en la vereda y felices con poco, tiene su maravillosa verdad pero también su mito.
Asi que, como "Delegado Auto-Elegido" de las memorias vivientes, te voy a contar "La verdadera historia (quien quiera leer, que lea)", desde la mirada inocentemente despierta y cuestionadora de un niño.
Según voces de mi ilustre Madre que aún deambulan por mi memoria, en la tardecita del 18 de Febrero de 1960 la cigueña me dejó caer en el Sanatorio de Lomas de Zamora, ahí sobre Hipólito Yrigoyen a media cuadra de la Shell Brindisi. Hacía calor y mi vieja transitaba un trabajo de parto de varias horas junto a la ventana de la habitación, cuando todavía el aire acondicionado era un lujo de muy pocos. Contába Ella que refrescaba su mente con el ruido de los chapuzones de la pileta de natación de la casa de al lado, 3 pisos abajo.
Tal vez un antojo estival que sembró en mi genética el atractivo por lagunas, arroyos, playas y todo rincón agreste dónde exista un poco de agua.
Mis 5 años me llevaron a Sarmiento y Bustamante en Lomas de Zamora, a una cuadra de la Avenida H. Yrigoyen, que por supuesto la nombrábamos por su vieja denominación: Avenida Pavón. Cómo en todo barrio yo fui parte de la "Barra de pibes inseparables" junto a mi Hermano postizo, el Negro Marcelo Albán, el Loco Armando Landetcheverry, el tímido y noble "Garza" Ernesto Alais, el loco Nobe, Carlitos Río Negro, Ricky de Ferraris, y tantos otros, a los que se sumaban los del otro lado de la Avenida: Gustavo "Juancho" Juárez ("Flacura" para mí) quien fue mi primer batero junto a Ricky en viola, Alejo Roiger en bajo y éste cuentero en teclados, irrumpiendo la paz de los hogares con el Grupo "Paxis", con pocos covers y mucho material propio. Si me acuerdo y me animo te voy a grabar un tema de Ricky: "Derrumben las Paredes".
La bici era para nosotros lo que la moto para un motero, tal vez ahí nació mi pasión por las 2 ruedas, tal vez como símbolo de la mismísima evolución humana, que dejó de andar en 4 patas como los monos, para correr sobre 2.
Pero el gen del Abuelo Tony no se hizo esperar y la música invadió las horas de mis tranquilas mañanas de invierno con escarcha en la zanja, cuando fingía dolor de panza para faltar al colegio y quedarme tomando un te pegado al combinado, aparato mágico que contenía una gira-discos de vinilo y pasta, y una máquina de imaginar conocida como: Radio!
A la mañana Julio Lagos se metía en casa "Charlando las Noticias", Héctor Larrea me mostró "Rapidísimo" que había más música detrás de Los Beatles, Creedence y Rollings Stones, haciendo que "Astor" Piazzola me implantara imágenes de un Buenos Aires al que llamábamos "La Capital", a la que íbamos muy cada tanto, por ser gente pobre, de barrio, y del Gran Buenos Aires, tierra temida y desconocida por el acervo capitalino.
Seguramente tus viejos o tus abuelos te cuenten las cosas lindas de ese mundo "analógico" gestor de la frase: "todo tiempo pasado fue mejor". Mirá: una de cal y una de arena. La de arena buena como la de la playa te la puedo resumir a modo de tips:
La gente tenía códigos. Incluso chorros y malandras, porque eran eso, no asesinos. Tipo "dame la guita" a punta de revolver pero te dejaban la billetera y los documentos, porque bajo régimen militar andar sin documentos significaba un pasaje aéreo al Río de la Plata con descenso a la fuerza sin paracaídas y con un adoquín atado a las patas.
Droga? Si, claro que había! La más jodida era el LSD (ácido lisergico), que una vez inyectado te hacía ver al tano de la verdulería como un dinosaurio rosa y con lunares verdes a punto de morfarte. Era picante. El hoy devenido en perfume "Pachouli" o "Pachuli" con una baranda provocadora de arcadas si subía al bondi uno medio pasado, y en hora pico, donde igual que en el tren, se podía fumar. La frutilla del viaje era cuando alguno de la "barra" decía: "con ésta música se casó tu hermana", soltando el asquerosamente inolvidable "silencioso" de café con leche que curiosamente todos olían igual en las mañanas de invierno de ventanillas cerradas y empañadas por el tumulto. Los matices posibles eran: La Morenita, Dolca y Juan Valdéz, las únicas tres marcas de café hasta que llegó La Virginia. Porque la leche era sana, sin agua ni marca ni sachet ni tetrabrick. Don Armindo la bajaba recién ordeñada del carro tirado por un "matungo" viejo y directo del tarro de cobre te llenaba el jarro de la leche que las amas de casa dejaban sobre el pilar bajito de la entrada, tapado con un inmaculado reparador blanco y la plata justa para el litro y medio.
Veranos tórridos que nos mantenían más o menos quietos bajo la sobra de los plátanos sentados en el cordón de la vereda, esperando que pase el camión Bedford de Obras Sanitarias con su clásica cadencia rítmica, para colgarnos del paragolpe trasero y hacer las 3 cuadras gratarola hasta la bicicletería de Galarza, para comprar parche y solución, o tensores para la Gomera.
Adolescencia de "asaltos" que eran bailes en alguna casa, a los que las chicas llevaban algo para comer y los varones para tomar. Y nada de alcohol: donde aparecía algo de contrabando nos rajaban el culo a patadas y fin de la fiesta.
Pero la de Cal era la cal viva, la que quema:
Mujeriegos, trolos, rapiditas y veteranas de bombacha con elástico flojo hubo siempre. Y lo más loco es que todo el barrio sabía de cada aventura amorosa con lujo de detalles. Y no hacía falta recurrir a las "Abuelas de pañuelo blanco" para determinar apellidos. Bastaba con llevarle la canastita con talco y pañales de tela bordados a mano como regalo a la flamante Mamá, y mirarle la carita al párvulo para saber sin lugar a dudas que era hijo del farmacéutico.
También existían los que mi viejo, al ver a un verdadero estafador, les ponía nombres de películas tipo Hollywood: al que pedía plata y no la devolvía le decía: ahí va "Cagador y La Fuga". Pero nada de dedos índices señaladores ni escraches sociales. Todo bien tapadito lo mismo que las penetrantes franelas de zaguán, porque era un mal ejemplo para la educación de los hijos.
Educación? Un poco adoctrinaria pero no tanto como ahora. Según mi vieja, en la segunda dictadura de Perón la despidieron de su primer trabajo por no ponerse el brazalete negro como señal de luto por la muerte de Evita. En el viejo subte de madera de la línea "A", se le caían las lágrimas de la bronca y la mediocridad la llenaba de abrazos y consuelos desconocidos para aliviar su pesar por la muerte de la "abanderada de los pobres". Pobres que según se supo en Lanús, muchos eran "invitados" a donar sangre durante su agonía y se les iba la mano con el tamaño de la jeringa, dejándolos secos como pasas de uva.
En los 70s aparecían grafittis que decían: "Los precios nos dan la razón. Isabel no es Perón. El cabarute se prendió fuego y "no me atosigueis" tuvo que llamar a los bomberos de "Falcon Verde" con itacas y FAL en lugar de mangueras extintores, cebados bajo las órdenes de Ricardito Nixon, para bajarle el copete a los Montoneros y al Comando de Organización (CDO), que para bajar un milico volaban un bondi lleno de guardapolvos escolares rumbo a la escuela pública. 17 años de caer en cana por llevar colgando un estuche con un saxo tenor cada bendito sábado, y gracias a Dios y al llamado de Tito, el papá de garza que le ordenaba al Comisario que nos dejara a todos en la puerta de casa con una F-100 verde militar carrozada. Tito, Alais, el mismo que mandó Don Raúl Alfonsín después de 24 paros generales en el primer año de gobierno democrático, a negociar la rendición del "carapintada" Aldo Rico con una tanqueta a la puerta de Campo de Mayo. "Negro, aflojá que nos tiran un buen aumento y no nos vamos a andar tiroteando entre compañeros de camada". Y claro, el Ego político también existía, y también por Cadena Nacional de Radio y Televisión escuchamos al Presidente decir un Domingo de Semana Santa: "Argentinos, pueden ir a descansar. La casa está en orden!"
Claro, entrás a sumar y la cuenta se hace pesada. Hoy no podría afirmar que todo tiempo pasado fue mejor, habiendo vivido en carne propia la infeliz negociación de una Guerra de Malvinas a cargo del finado alcohólico Galtieri (lo que pude comprobar cómo colimba oficiando de ascensorista en el Comando en Jefe del Ejército, que cuando subía hablando con sólo respirar te dejaba de la nuca. El famoso "destornillador" parecía yogur al lado de ese aliento.
Me quedé absorto escuchando a la gilada aplaudirlo en Plaza DesMayo mientras anunciaba la declaración de guerra a los piratas más antiguos y experimentados del mundo, con equipamiento militar como para hacerle fuerza a los yankis. Y también me quedé esperando a un puñado de Amigos Valientes e inocentes que nunca volvieron.
Cómo siempre y cerrando para no emplomar, Argenturia es ésto, lo de hoy, ésto de enseñarles a los pibes todas las mañas, todos los derechos, hasta los torcidos también, pero les "da paja" aprender las obligaciones. Entonces, como el vidrio táctil conectado le da voz, voto y poder a cualquier boludo con más de 3k de seguidores, la velocidad de la interconexión hacer caer un castigo a cualquier inocente abombado, sin juicio ni defensa.
Pero Vos tranki! Se viene el invierno y el 2023 ya termina. La Agenda 2030 ya está en marcha y éste libro recién comienza.
Si tenés el número de John Connor, dejámelo en los comentarios que cambié el móvil y perdí todos los contactos.
Nos vemos en Disney!
Ariel Villar
RadioBlog
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