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"Un Hijo, un árbol, un libro" - Capitulo 1.

Foto del escritor: Ariel VillarAriel Villar

Capitulo 1.


No, no resoplés que éste libro no es mi auto-biografía ni más de lo mismo que escribo siempre. Para serte honesto voy a intentar un compilado de situaciones que de algún modo nos reflejan a todos, pero desde la mirada sexagenaria de éstos tiempos que vivimos o duramos, con la cuota de humor, acidez e ironía suficiente como para no despertarte algún instinto tanático (según Segismundo Freud "tánatos" es la fuerza que subyace al instinto de muerte, o sea el opuesto de "Eros" que es el instinto de vida).


Por caso, uno de los efectos milénnicos que trajo aparejado un tipo de comunicación interpersonal abreviada y hasta mutilada, tiene una consecuencia directa y llamativa en el comportamiento social.

Fijáte:

Un par de semanas atrás volviendo en moto del centro de Lomas por Yrigoyen paro en el semáforo de Garibaldi sobre mano derecha. Por el espejo me percaté que se acercaba un Clio a gran velocidad, peinando el freno como con intención de no detenerse, y apuntándole al espacio que quedaba entre mi moto y un camión en el que apenas entraba un "fitito" y con vaselina. La pericia de algunos miles de kilómetros me dió apenas tiempo para poner primera y correr la moto para el lado del cordón, casi perdiendo el pie que de pedo no terminó en caída. Por supuesto que no sólo no paró, sino que pasó como colectivo lleno!


Transmutando bronca en educación y respeto mientras la corrí hasta el próximo semáforo, paré del lado derecho aprovechando que tenía la ventanilla abierta, levanto el rebatible del casco y se genera el siguiente diálogo:


Yo: "Disculpáme, tal vez no me viste pero casi me tirás al suelo con el auto, estás bien?"

Señorita de unos 35/40: "Qué te pasa viejo pelotudo, motoquero pija corta que ni siquiera se te para!"

Yo: "Lo que decís es posible que en el futuro me pase, pero tengo muy buena memoria y no recuerdo ni tu cara ni tu cuerpo en bolas, jajaa!"

Señorita: "Sabés que? Soy abogada y te voy a meter una denuncia por acoso, viejo de mierda!"


Apenas una fracción de segundo para elegir entre volarle el retrovisor de una patada o soltar una sonora carcajada. Difícil de creer pero elegí la segunda opción, mientras le respondí:

- Dale, no hay problema. Aguantá que me pongo más atrás así copias mi patente por el espejo, antes que me lo lleve de recuerdo.

Retrasé mi posición y no podía creerlo. Vieras la carita de la devastación neuronal estirando el cuellito para verme la patente!

Boluuudaaaa!!! Las motos no llevan patente adelanteeee!!!



Ella salió quemando caucho y yo garcándome de risa y pensando:

Pobre mina! Andá a saber el kilombo por el que está pasando, o el basural que debe ser su vida, sus experiencias sexuales, o vaya uno a saber con qué diagnóstico psiquiátrico anda suelta y manejando...


Sólo le pido a Dios no cruzarme con otra loca como esa, por mi propia seguridad, y porque me voy a dar el gusto de probar la primera opción! Lo que estoy seguro no haría, es mostrársela para que vea lo equivocada que está, o peor aún para ella: darme cuenta que mis encantos también le quedan chicos!


Aflojando lo bizarro me quedo reflexionando en esa generación que le está pidiendo pista a los 40 y no saben cómo bajar el tren de aterrizaje. En la educación que recibieron en su entorno, en su propio hogar, y en sus hijos si los tienen, pobres pibes!! En el padre de ellos ni pienso porque sería caer en adjetivos fácilmente deducibles.


Si te parece que ya en el primer capítulo me fuí un poco "al pasto", no te imaginás lo se viene. Y nada de pedirte disculpas si te ofende o te molesta. Este libro es simplemente un compilado de relatos, de éstos y de los lindos también, de lo que podés ver en la calle si prestás un poco de atención, y nadie te cobra nada por leerlo, con lo cual sos libre de seguir leyendo o pasar página, o de dejar tu comentario pero sobre todo acá, en el sitio, abajo de todo de tu pantalla, que nadie te va a censurar y otros lectores te van a leer.


Así está la calle, el mundo real, ese que está ahí afuera de la pantallita, con una sociedad idiotizada por las redes, creyendo que está luchando y trabajando por un mundo mejor.

Tengo sueño. Mañana sigo.


Ariel Villar

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