Somos raros. Generadores de ideas brillantes y detractores de cada una de ellas. Una especie de miedo subconsciente a que la idea crezca y nos supere y se vaya de control. Y no nos damos cuenta que el problema es ese: querer tener todo "bajo control".
Y según parece el control deja fuera de juego cuestiones como el azar, la casualidad y la oportunidad. Parece lógico: el control vive en la conciencia, pero también en la excesiva previsión para evitar que suceda todo lo que no queremos, y que tal vez ni siquiera entre en ningún calculo de probabilidades.
El subconsciente en cambio, es el generador de sueños por excelencia, donde nada es imposible. Por eso decimos "no sueñes!", impregnando cualquier idea con el título de "imposible". Aún así, a veces la idea sobrevive a cualquier intento de sabotaje y tal vez por casualidad, aparece la oportunidad de ponerla en marcha. Y en un intento de darle un sesgo de seriedad más orientado a la opinión ajena que a nosotros, dejamos que el sistema nos imponga qué es posible y qué no. Esto es claramente el serrucho en la pata de nuestra escalera, que empieza a perder pie.
Y nada más elocuente que recurrir a la historia para darnos cuenta: los grandes genios como Albert Einstein, Nicola Tesla o el mismísimo Leonardo Da Vinci, no permitieron que sus ideas fueran frenadas por falta de tecnología o recursos, y hoy son realidades.
Entonces, qué nos pasa? Nos gana el temor al fracaso o al ridículo?
Tal vez. Pero podemos estar seguros que lo que nos gana es el tiempo. Vivimos apurados tratando de no perder tiempo en cosas que no nos gustan pero a veces necesarias, como si pudiéramos guardar el tiempo ahorrado para utilizarlo después. El "Hoy" se nos escurre como el agua pensando en mañana. Me acuerdo de una adivinanza de "El Acertijo", personaje de la primera serie de Batman: "Qué es lo que siempre viene pero nunca llega?" El mañana, porque cuando llega es hoy.
Y me gustaría saber qué nos pasa cuando seguimos llendo para donde no queremos ir, o estando dónde ya no hay nada que nos interese, que nos encienda.
Tal vez en la creencia del viejo dicho popular "Más vale malo conocido que bueno por conocer", que implica la estupidez de perderse algo bueno solo por ser desconocido.
Entonces tomamos decisiones tarde, a destiempo, y los resultados no aparecen o apenas magros. Y hasta el propio cuerpo nos da señales claras de incomodidad y hasta dolor o cansancio, y no le damos pelota buscando razones aleatorias.
Pero de algo empiezo a estar seguro: si lo que hacemos no nos da placer o al menos no nos deja buen dinero, seguir en eso es la mejor forma de perder el tiempo, efímero, irrecuperable.
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Listo!!
Bienvenidos!!
Ariel Villar
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