No siempre...
- 14 ago 2022
- 3 Min. de lectura

Vivimos con la certeza que cada uno de nuestros días va a ser cuando menos, relativamente parecido a lo que esperamos desde la noche anterior. Pero el Sr. Destino no siempre está de acuerdo.
Por caso un fin de semana más o menos esbozado con alguna salida o simplemente dejarse estar en casa entregados a la voluntad del ocio. Pero todo puede cambiar súbitamente. Una llamada telefónica, un mensaje de texto, una noticia inesperada y poco feliz, como algunas de las posibilidades. De un segundo al siguiente, el día que teníamos planeado se transforma en incertidumbre, angustia o preocupación, o sin más en un tour por alguna clínica, sea por motivos propios o de algún ser amado.
La pregunta es: estamos preparados para esos cambios? No, claro que no. Y generalmente transitamos el momento basados en experiencias previas similares o, con suerte, con la suficiente lucidez para aplicar el sentido común. En el mejor de los casos, este tipo de imprevistos terminan en el día, o lo convierten en la primera jornada de las próximas venideras que ni siquiera soñamos.
La pregunta subyacente es: que hacemos cuando despertamos para programar nuestro día? La respuesta más sincera y común a la mayoría es "nada". Inmediatamente después del primer bostezo y ya con la boca cerrada, nuestra mente empieza a pensar en todo lo que no queremos que suceda. Los primeros pasos hasta el baño se suceden en una atmósfera de molestia por tener que abandonar la cama, y la "manija" de todo lo indeseado se va mezclando con los primeros intentos para organizar el día.
Así, sin darnos cuenta, le fuimos dando información al Universo, que es el mismo al que después llamamos "destino", y el tipo tiene la inexorable costumbre de cumplir todo al pie de la letra, (de lo pensado, lo protestado, todo). Y ni se nos ocurre el simple hecho de agradecer por el nuevo día, y mucho menos pensar que lo podemos "ordenar", no de poner orden sino de dar órdenes claras, positivas y específicas, para que Don Universo tomé debida nota y desencadene las casualidades necesarias que, si estamos atentos, "despiertos", van a ser las que nos lleven por el mágico camino hacia la concreción de nuestros sueños.
Pero es necesario "decir" como deseamos nuestro día, nuestra vida, y esto nos lleva a recordar la frase de: "el poder de la palabra". Claro, salta el ego diciendo: "mirá si porque yo diga lo que se me cante va a suceder así, por arte de magia!" Digamos casi que si. Y nada mejor que citar ejemplos de la vida diaria y más elocuente aún, de lo opuesto, lo que teóricamente nadie desea:
Gente que vive hablando de la inseguridad y generalmente son víctimas de robos o cosas similares. O gente hipocondríaca que no para de encontrarse con cuánta dolencia este de moda. O de la locura del tránsito hasta que ves como maneja y te das cuenta de que habla...
Pero igual que el acelerador de una moto, está ley universal funciona, nos guste o no, en ambos sentidos: acelera y desacelera. La buena noticia es que, como todo en la vida, es una cuestión de práctica y conciencia, donde la primera puede fácilmente convertirse en hábito, pero la segunda requiere de un trabajo personal bastante más intenso y, de por vida.
Para cerrar esta entrada, y tal vez para abrir un tema que puede ser un nuevo camino para muchos, te dejo pensando en la clave de todo, el primer paso para generar nuestra propia realidad: "aprender a escucharnos cuando hablamos".
Incluso aún cuando creemos tener una idea bien clara, vamos a comprobar que no podemos decirla 2 veces exactamente igual. Y todos sabemos que una sola palabra, una coma en distinto lugar, puede cambiar radicalmente una idea. Un ejemplo de la vida real? Ok:
Los políticos dicen: "vamos a solucionar el problema de la seguridad". Y la verdad es que lo logran a la perfección! Porque la "seguridad" no es un problema, sino la "INseguridad". Otro: "mañana voy a salir a buscar trabajo". Y es lo que sucede al día siguiente. Te la pasas buscando sin encontrar.
Un profesor que tuve en la Universidad fue muy claro al respecto. En medio de una clase sorprende a un alumno hablando por lo bajo con otro. Le pide que explique el tema que se estaba tratando, a lo que el alumno responde: "profe, yo el tema lo tengo bastante claro, pero no sé cómo explicarlo". A lo que el Profesor contesta: " si no podés explicarlo es porque no lo tenés claro. Sentáte. Tenés un Uno."
Y decimos: "maldita situación!" Mal-dito; mal-dicho; maldecir; decir mal. Opuesta mente: "Bendito sea!" Ben-dito; bien dicho; bendecir; decir bien.
Todo un tema, que si querés lo seguimos. Podéis comentar lo que gustes al final de tu pantalla.
Ariel Villar
NBA Productora
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