... Hippies en los 70s, revelándonos contra "el sistema" viviendo todo el verano en Gesell, en la playa, en carpa, en pata, vendiendo música en vivo y artesanías para lograr el plato de arroz o fideos con arena de cada día.
Cuando todos usaban pantalones Oxford seguíamos sosteniendo la bandera de John Lennon con lentes redondos, pelo largo y jeans Lee gastados a mano y bombilla (del verbo chupines), y en lugar de zapatos con plataforma, usábamos alpargatas de yute y colgado del cuello el símbolo de Amor y Paz.
Pasamos fines de semana presos sólo por ser músicos durante la nefasta dictadura militar, que fue llamada para arreglar una política también nefasta.
Cuestionamos absolutamente todo. Hasta por deporte. Pero nunca buscamos "evangelizar" a quien no quisiera ser Libre o a quien tuviese miedo. Y mucho menos ser reconocidos por la sociedad y sus leyes. Simplemente nos abrimos y alejamos del sistema y de las creencias.
Fuimos nosotros quienes inventamos el sexo libre, sin tratar de imponer la poligamia en una cultura occidental, resultado de una fusión de razas entre saqueadores, violadores y malandras europeos con indígenas nativos prístinos, cuyo resultado se conoce como "Criollo". Si. Y aunque nos provoque arcadas, algo de todo eso está impreso en nuestro ADN.
También fuimos nosotros los que rompimos cadenas y karmas de matrimonios y relaciones enfermizas por conveniencia, comodidad, o porque nos usaron como pasaporte para huír de hogares paternos por falta de ovarios o huevos para mandarse a mudar sin un proveedor de bienestar, seguridad y protección. Los Boommers Rebeldes que le pateamos el tablero a una condena de por vida a la insatisfacción, a la presión psicológica y hasta el maltrato físico. Y lo hicimos solitos, sin buscar consenso, sin internet y con las sagradas instituciones en contra.
Realmente fuimos unos pocos locos que con el tiempo y por efecto de la llamada "masa crítica", el recurso final del divorcio condenado por la sociedad se volvió moda y se degeneró en irresponsabilidad matrimonial y desatención a los hijos.
Pero claro, "el amor es más fuerte". Tanto, que volvimos a reincidir creyendo en Él, mientras el viejo Hollywood nos vendía películas de familias ensambladas como "Los tuyos, los míos, los nuestros" en modo comedia.
También probamos las mieles de la soledad auto-sustentada con trabajo, con orgullo y una dignidad a prueba de balas y miedos. Fue cuando la ausencia de gritos que terminaban en caras de culo jugando a El mudo y la vagina de oro, nos dejó escuchar la voz de nuestro propio corazón, que desde siempre fue Libre. Y volvimos a sentir el viento en el cuerpo como cuando éramos chicos sobre la bici, pero ésta vez con un motor de largo alcance entre las piernas. Y gritamos solos empañando el visor del casco mientras devorábamos kilómetros con rumbo incierto.
Y conocimos a los verdaderos Amigos del Camino, los que jamás te dejan tirado. Y nos aprendimos códigos y los enseñamos y respetamos.
Fuimos Motociclistas, si, Moteros, y a los nuevos les dijimos siempre la verdad. "Mirá, hay 2 clases de moteros: los que nos caímos y los que se van a caer".
Y que en parte somos como la moto: no tenemos reversa.
Pero nunca, jamás, andamos en grupo para intimidar o doblegar voluntades. Ni siquiera en pareja salimos siempre con alguien en el asiento trasero. Tenemos bien claro que, como en la vida, en algún momento nuestros caminos se separan y sin más, nos despedimos con un "Buenas Rutas"!
Fuimos y seguimos siendo, por siempre, Libres!!!
(Y sin joder a nadie)
Ariel Villar
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