Desde bebés el entorno afectivo nos va moldeando nuestra personalidad natural con el fin de poder insertarnos en lo que conocemos como sociedad.
Crecemos y el molde pasa a manos del sistema educativo y, con mucha suerte somos apoyados por Padres que se fijan en todo lo que nos vayan a inocular y lo filtran o corrigen en casa.
Llegamos a la madurez y elegimos (o eso creemos) entre unas pocas opciones tironeadas entre un buen pasar económico, vocación, pasiones, y habilidades innatas.
Y en el camino vamos conociendo gente. "Gente", bueno, genéricamente "personas" y con mis serias dudas al respecto sobre una notable mayoría, o al menos parecen ser mayoría por el barullo que hacen. Porque para ser sincero con el tiempo me di cuenta que la "Gente" no hace ruido, no necesita ni decirlo ni postearlo, que si lo calcás desde la fonética "postear" viene de "poste", algo duro y de madera que no sirve más que para sostener cables que sirven para transmitir lo que no es políticamente correcto decir cara a cara.
Y no pocos de nosotros empezamos a padecer una especie de síndrome antisocial. Cada día que pasa bancamos menos a lo que ahora llaman "gente normal", ya sabés:
- Hipersensibles a los que le hacés una broma o les contás un chiste sólo para darle forma agradable a su cara de culo, y no sólo se ofenden, sino que hasta te demandan y después caen en su averno del que sólo salen con 4 meses de terapia.
- Los "pija" que se creen los dueños de la calle y manejan como el orto, que te ventajean hasta en la miseria más vergonzosa, los que se sirven primero, los que ponen cara de boludos y pasan primero, con semáforo en rojo y encima te putean.
- Los "paja" para hacer, para aprender, para ofrecerte una mano.
- Los inútiles todo servicio hiperconectados 24/7 que si les cortan internet se ponen azules o peor aún, insoportables.
- Los consumidores de la diversidad de género, que aceptan y tratan como mujer a un hombre que se percibe mujer, pero que a un hombre de 50 que se percibe un niño de 15 años lo tratan de enfermo mental.
- Los chupa sirios religiosos que van los domingos a lavar sus pecados semanales a la iglesia, como si fueran a lavar calzones sucios al río de agua cristalina y que se joda el que tome agua.
Y yo me siento cada vez más ermitaño, y si salgo trato de hacerlo solo y en moto, evitando la congestión humana embotellada sobre una cinta de asfalto, sintiendo la docilidad de los caminos de tierra, el aroma del campo, el aire sin vicios y la Libertad de poder mirar hasta el mismísimo horizonte.
Y estoy convencido que no soy el único, y que somos muchos. Pero creo que hasta tenemos algo de miedo de conectar, no vaya a ser cosa que nos crucemos con algún impostor, que igual que como sucede con las brujas, no existen, pero que los hay, los hay.
Ariel Villar
RadioBlog
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