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El Topo, la Hiena y el Carancho. (Cuento/Ficción)

Foto del escritor: Ariel VillarAriel Villar

Actualizado: 27 jul 2022




En una lejana comarca de un hermoso Planeta conocido como "Planeta de los Simios", un Topo vivía desconectado del mundo exterior, justamente por su natural costumbre de vivir bajo la tierra.


Producto de su mundo oscuro, había pedido la capacidad de ver más allá de su nariz, la que por cierto, lejos de haberse desarrollado para equilibrar su casi nula visión, también estaba severamente deteriorada por consumir raíces enriquecidas con agroquímicos y pesticidas.


El pobre ya no podía diferenciar una zanahoria de un caño de desagüe cloacal, por el que cada tanto asomaba su hocico la Hiena que como todos sabemos, este tipo de animales se alimentan de carroña y restos de "basura".

El Topo, casi ciego, sin olfato pero aún no lo suficientemente infectado como para no darse cuenta de las malas intenciones de la Hiena, le tenía pánico.


Mientras tanto, invisiblemente camuflado entre las ramas de un pino muy alto, el Carancho observaba el sainete. Al principio intentaba comunicarse con el Topo tratando de hacerle ver las viles intenciones de la Hiena, pero al escuchar las incoherencias que nuestro subterráneo amigo le contestaba, simplemente se dispuso a disfrutar de la escena y, por supuesto, a perfeccionar su plan engendrado desde su propia genética. No olvidemos que los caranchos también son carroñeros.


Entre tanto y en lo cotidiano, el Topo seguía diezmando la huerta de la comarca, y los "perros de la calle" sentían cada vez más hambruna. La escasez hacía cada vez más difícil conseguir alimento y los Simios pagaban precios inauditos por su comida.

Esto provocaba cada tanto una revuelta de algunos monos adoctrinados por un orangután viejo de pelaje blanco, dueño de la rudimentaria infraestructura para transportar los cultivos a otros lugares, donde una sub-especie más especializada, los procesaba para su distribución y venta.


Mientras la Hiena "descaderada" pero a la vez astuta, seguía controlando al Topo mientras se preguntaba por qué el Carancho no la atacaba siendo también parte de su dieta, siempre claro, que estuviese sin vida y en estado de descomposición, y decidió entonces mantenerse poco visible y menos vulnerable en sus escondites acostumbrados del bosque.

Pero grande fue su sorpresa, al encontrar grupos de Simios insurrectos impidiendole la entrada a cada uno de sus reductos.


El Topo, al no recibir más visitas de su temida acosadora, decidió salir a la superficie para saciar su hambre, pero grande fue su sorpresa también, al encontrar una comarca descontrolada y acéfala, en la que cada mono hacía lo que le diera en ganas, bajo el respaldo de verduras de papel no comestible, pero que otorgaban gran poder, mientras que la casta esclava dependiente de las migajas dejadas por la Hiena una vez saciada su hambre, empezaba a sentir los efectos de la ingesta diaria de una dieta limitada a polenta y otras porquerías pseudo-comestibles de bajo costo.


La sonrisa del Carancho desde las alturas era casi visible a simple vista por algunos Simios insurrectos que se atrevían a levantar la cabeza, mientras estiraba sus alas preparándose para el inminente despegue, presagio de un nuevo viejo final de cuento que, como en una saga taquillera, se iba a convertir en el principio de la nueva temporada...


Mientras tanto, en Ciudad Gótica, la Conserva del Norte dio luz verde al lanzamiento de Top Gun Cruise para sumarla a la campaña televisada por ElTubo, haciéndole creer a la gilada que la KGB va perdiendo bajo el dominio "Dron" con juguetitos voladores capaces de reventar un tanque y hundir una fragata misilística de largo alcance.


Llegan a mí memoria impunes recuerdos de "LocuLoros" copiando falsas noticias de victoria en el 82, mientras mis amigos tenían que comprar los chocolates y biromes donados por una Argenturia siempre dormida, a los piratas encubiertos de la cobertura periodística, mientras el Ara Gral Belgrano se hundía con algunos amigos más...


"Y colorín colorado, el "verde" ha despegado" nuevamente. A los saqueadores No binarios les taparon la boca con 40 lucas, y las cacerolas no se pueden abollar a golpes porque están llenas de lechuga de papel con la cara de un viejo melenudo.


Dios nos despierte y nos haga volver a casa, antes de llegar a la cajita de cartón recolectora de boletos que ofician de entradas para volver a ver la misma película con los mismos actores, pero más viejos...


Que tengas una excelente jornada!

Ariel Villar

 

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