En los 90s aún era común ver pasar a los camiones cargados de Diarios antes del amanecer, y los puestos ya abiertos esperando los paquetes de noticias. Pero hoy día las noticias, los artículos de lectura, el deporte y los clasificados llegan a cada palma de la mano por la pantallita.
Los puestos de diarios y revistas, que en su mejor momento y de acuerdo a su tirada (venta) y ubicación podían valer una pequeña fortuna, fueron desapareciendo. Los diarios en papel fueron reemplazados por portales digitales, lo cual volvió obsoletos y no rentables a los clásicos puestos de chapa, que siempre tenían a un costado la bicicleta de diariero, equipada con un enorme canasto de mimbre adelante para repartir los diarios a domicilio a los clientes del barrio, a los que se les cobraba a fin de mes.
Pero en mi barrio, en Temperley, en la esquina de Alte. Brown y Anchorena, el pequeño y oxidado puesto resiste al paso del tiempo. De tarde siempre cerrado. Pero ésta mañana pasé y lo encontré abierto, con su vieja bici apoyada al costado, y el diariero sentado en su sillita de mimbre y madera leyendo el diario, protegido del viento y la llovizna por solo una de sus puertas abiertas. Hombre muy mayor, canoso.
Me llamó la atención que las pocas revistas en los estantes estaban desordenadas como si no hubiesen sido tocadas por años, y pensé en las razones de ese hombre para seguir allí cada mañana. Hasta me dieron ganas de hacer una pausa en mi caminata y preguntarle si aún vendía algún diario impreso en papel, pero imaginé una simple respuesta ensayada de alguien que sigue desafiando al paso del tiempo y al avance tecnológico, o tal vez esperando su hora haciendo lo mismo que hizo toda su vida.
Pero, a medida que me alejaba camino a casa, mi jodida imaginación empezó a jugar conmigo aportando un poco de ficción. Tal vez, ese anciano sea el portero de un portal del tiempo, que permite atravesarlo a quienes buscan un viaje al pasado, al momento de sus vidas activas en que el progreso no los excluía y sus proyectos eran planeados en décadas, con una seguridad y estabilidad económica hoy desconocida, y que ya perdieron el interés por seguir viviendo un mundo que ya no entienden.
Y la bici del reparto? Claro, hace algunas décadas los diarios zonales como La Union, incluían la sección "Necrológicas", dónde, a modo de avisos clasificados aparecían menciones y responsos de los fallecidos en la víspera publicados por sus familiares y amigos. No sería nada extraño que el Diariero-Portero, se ocupe de avisarle a los vecinos cuando les llega el "pasaje de ida", "la hora", el "Game Over", como final de su paso por éste plano de existencia, y ofrecerles entonces la posibilidad de usar el Portal.
Si no, qué otro sentido podría tener su constancia de madrugar y abrir el puesto cada mañana, sin recibir diarios nuevos, sin transeúntes que compren, aún en mañanas frías de viento y llovizna?
Por el momento sólo se me ocurre una cosa: mañana voy a pasar, pero por la vereda de enfrente y tal vez salga corriendo si lo veo venir con la bicicleta...
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Listo!!
Bienvenidos!!
Ariel Villar
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