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El espejo del baño🚻

  • 2 dic 2023
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 4 dic 2023


Tanto lo emocional como lo económico juegan fuerte en medio de las clásicas tormentas políticas de ésta Argenturia crónica y terminal, convirtiendo el camino en un partido de rugby que arranca como un amistoso y termina quebrando huesos en una final de campeonato sin premio.


Y los herederos de la pobreza digna nos enamoramos de todo lo que nos hace falta. Compramos y pagamos bien caro lo que alguien, del otro lado de nuestra piel nos ofrece, porque es lo que mejor sabe hacer.


El enamoramiento se pasa como una borrachera y queremos vender, desistiendo de lograr alguna ganancia y devaluados por la resaca.


Con menos esperanza y la alcancía en reserva volvemos a comprar la creencia de haber ganado experiencia, que es un peine que te regalan cuando te quedás pelado, sea porque se nos cayeron las chapas o porque ya nos importa poco andar con las canas desprolijas, y tiramos el vuelto en un Quini dominguero.


Miramos para atrás buscando en qué nos equivocamos, y nos damos cuenta que cometimos el mismo error que el equilibrista sobre la cuerda floja y el joven al que una anciana le practicaba sexo oral:

Igual que ellos, dijimos: "No debo mirar hacía abajo!", cambiando el "abajo" por "atrás".


Y los más temerarios hasta probamos de andar solos. Y nos encantó. Nos sentimos tan libres y tan bien! Nos dimos todos los gustos y hasta llenamos la alcancía sin privarnos de nada.


Pero volvimos a insistir. Y de nuevo perdimos plata. Y tiempo!

Y romantizamos la pelotudez en nombre del amor, que suena más a un premio consuelo y a un "siga participando", con los testículos bien apretados con la morsa de nuestra buena madera, la primera vez por amor a nuestros propios hijos y las siguientes por compasión a los que no llevan nuestra sangre. Parte del combo.


Ácido, si. Difícil de tragar como la desabrida hamburguesa de la Cajita Infeliz, pero acostumbrados gracias a las porquerías medicamentosas con las que desayunamos cada día para mantenernos en carrera. Si, "carrera". La autora de esa mierda virósica que conocemos como "Stress".


Y tan bobos somos, que nos resistimos a aceptar que la causa de todas nuestras quimeras, es el miedo a la soledad en el último tramo del camino, sin ninguna luz en el horizonte y con poco combustible.


Y hasta ninguneamos la imagen de La Parca tatuada un poco más arriba del lugar que nos hizo perder la cordura, cual can en celos aullando bajo la lluvia y el balcón de alguna perra desconocida!


Somos patéticos. Nos ponemos el disfraz de "la pobreza digna" que no nos cierra ni un solo botón, mientras hacemos la lista de cosas que no volveríamos a hacer en el próximo plano de existencia, copiando y pegando que "la esperanza es lo último que se pierde".


Finalmente, cerramos el diario íntimo de nuestra conciencia carajeándonos en la cara, mientras se empaña el espejo, con la lección más importante aprendida por los pies:


- Que la soledad nos hace fuertes, Libres, independientes, hasta del mismísimo sistema de creencias que nos remacharon desde que teníamos la mollera blanda.

- Que con mucha guita y salud la felicidad es inevitable.

- Y que con la suerte y la gratitud de haber nacido sanos e inteligentes, no habernos entrenado desde chicos para hacer dinero, rodeándonos de gente rica y prospera, fue la pelotudez más cara de nuestra vida.


Ariel Villar

RadioBlog




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Gracias por tu tiempo de lectura!




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