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El Abuelo Tony! Una historia real. ❤️🎻

Foto del escritor: Ariel VillarAriel Villar

Actualizado: 7 feb 2024


En ésta entrada te voy a contar una historia de la que fui parte de su largo y agradecido final.

Se trata una parte pasional de la vida de Antonio Pinelli, mi abuelo materno y como tantos otros, hijo de inmigrante italiano que llegó a la Argentina a principios del Siglo XX. Mis recuerdos arrancan con su imagen sexagenaria con lentes cuadrados de aumento color verde pálido y marcos de carey. Repetición de almuerzos Domingueros y sus lacónicas tardes en la casona de Lacarra y Cayena de Lanús, pidiéndole que tocara "Claro de Luna" o alguna obra de J.S. Bach, y en ocasión de algún cumpleaños para la parentela mayor, se destapaba con "La Cumparsita", sobre el viejo piano recto y oscuro de teclas curvadas por el desgaste.


Estación Lanús (1930)

Recuerdos marcados a fuego como las tardes de lluvia adentro del Chevrolet 36 carrozado en astilleros y después con el Citroen 2 CV gris, estacionados al costado del terraplen frente al Hotel Siroco cerca de la estacón Lanús, mirando los trenes mientras el Abu leía el enorme diario La Prensa. Y la fiesta!, cuando pasaba un tren de carga con las últimas máquinas a vapor resistiendo al paso del tiempo y al óxido del olvido...


Diario La Prensa

Carguero a Vapor

Hotel Siroco

Emoción a borbotones, lágrimas y sonrisas que mi familia presente no comprende, que aparecen de un arcón escondido vaya uno a saber dónde, de los interminables y lentos viajes a Luján para tocar la piedra del altar principal con el nombre tallado: "Flia Pinelli", que como tantas otras pusieron su granito de arena para su construcción y esa era la forma de reconocerlos. Ya de grande una vez fui a ver si existía realmente, o si era una construcción de mi memoria piadosa, y la busqué mirando hacia arriba y no la encontraba. Claro, cuando la veía tenía la altura de mis 6 años y, cuando baje la vista la encontré, y esa vez lloré.


Basílica de Luján (1968)


Plaza Basílica (Oleo)

Y no sabés lo que se siente escribiendo ésto con Astor Piazzolla en los auriculares!

Entre mocos y mates aparecen las imágenes de la Ruta 5 pasando por el hito inconfundible de la Fábrica de Máquinas de Escribir Olivetti, y el festejo al subir lento el Puente de Los Escudos de la entrada a Luján, primero con el Chevrolet y tiempo después con el 2CV, a unos limitados 70 km/hora regenteados por Abuela Leonor, que a mitad de camino mientras Tony dormía un rato bajo sus amados aromos del costado del camino, ella cortaba unos cardos silvestres, los pelaba de espinas y los hervía en una olla con el calentador "Primus" a kerosene, como para picar algo! El sabor?: mejor que el corazón de alcaucil! (Por Diós, mi cabeza... Dónde estaba todo esto?!)


Fábrica Olivetti (1965)


Puente de los Escudos Luján

Chevrolet 36 carrozado en astillero

Citroen 2 CV


Pero la verdadera historia comienza mucho antes de mi existencia, contada maravillosamente por ilustre Madre, Teresa Eve Pinelli de Villar, que creo recordar haberte contado algo en otra entrada.

Cómo todos nosotros, llegué a la edad en la que queríamos saber cosas de cuando Mamá era chica. Un día, cruzando el Riachuelo por el viejo Puente Pueyrredón, me contó que cuando era una nena el Abuelo Tony la llevaba de paseo a cruzarlo desde Avellaneda a Barracas con "El Botero", servicio que ya tiene más de 100 años y aún hoy funciona, y que recordaba muy bien el agua cristalina y peces de colores, y también su terror al cruzarlo.


Servicio de Botero



Antes que yo leyera la historia, me contó el suceso del accidente del tranvía de Puente Bosch. Era una fría mañana de invierno y con mucha niebla. El tranvía partió repleto de Obreros y empleadas desde la Estación Lanús. Al llegar al Riachuelo, el puente levadizo estaba levantado para dejar pasar a una barcaza de carga. El "Motor-man" (así le decían al conductor), no vió la señal debido a la espesa niebla y el tranvía cayó al agua huniéndose rápidamente. Sólo 2 personas salvaron su vida: un hombre y una mujer, que pudieron salir por una ventanilla y trepándose por la espada de conexión eléctrica del techo (trole), pudieron ser rescatados. Mamá me contó también que años después, tomando mate en la vereda, pasó un señor mayor y ella lo reconoció por memorizar las fotos de los diarios de la época. Era el hombre sobreviviente que entre mate y mate, les contó la verdadera historia.

Mientras mirás la imágenes, respiro un poco y empiezo con la parte "pasional" de esta historia...


Puente Bosch (Ferrocarril)

Rescate de los restos del Tranvía hundido

Sobreviviente


Tony fué un Gran Músico, principalmente Violinista, además de tocar muy bien el piano y un imbatible afinador de la Guitarra que, gracias a como entrenó de chiquito a mi oído, supe ganar apuestas contra afinadores electrónicos con batería baja, aún hoy clavándole a cualquiera un perfecto "La" de 440 vibraciones por segundo, el sonido del famoso "Diapasón" metálico que hoy es parte inconfundible del logo Yamaha.


El Abu trabajaba con su Padre en las barracas sobre la margen del lado de Capital del Riachuelo. Alrededor de sus 11 años, empezó a robarle huevos a las gallinas ponedoras del gallienro del lugar, y a escondidas del "Jefe" los vendía para ahorrarse el dinero. Con el tiempo compró su primer violín de estudios. El "Tano" llegaba a enterarse que Tony quería ser Músico y lo molía a palos! Por entonces los músicos no tenían precisamente fama de "exitosos" y su carrera no otorgaba "renombre" o reconocimiento social, sobre todo ahí, en la cuna del Malevaje del Tango y la Milonga.

Pero el Abu, lejos de desistir, estudiaba de noche detrás de unos galpones que estaban como a 1 kilómetro de las oficinas, metido entre unos fardos de alfalfa para aislar el sonido.


Barracas

A los 17 años y a escondidas, se recibió de Profesor Superior de Violín en el Conservatorio Nacional, y algunos años después era él mismo quien firmaba los diplomas a los nuevos recibidos. (Primita: si aún tenés aquel diploma firmado por el Abuelo, mandáme una copia! Te quiero).

Conservatorio Nacional

Antonio Pinelli fué rápidamente reconocido por su maestría, llegando a ser Primer Violinista de la Orquesta Estable de nuestro Teatro Colón de Buenos Aires.

Mami me contaba su rutina: se levantaba a las 6 de la mañana, desayunaba, y a las 7 am tomaba su violín y se iba al cuartito del fondo, detrás del patio con la parra de uvas moscatel, y para precalentar tocaba toda la Obra de J.S. Bach "de memoria" y sin un sólo error hasta las 12 del mediodía, cuando la Abuela Leonor lo llamaba para almorzar.

Después, él y su estuche esmeradamente lustrado partían desde Lanús para el teatro Colón a su jornada de ensayos. Como dato socio-económico te cuento que no formaban parte de las familias económicamente "acomodadas", pero fue la primer casa del barrio con teléfono de línea sin disco, de esos que Yo mismo llegué a usar de chico en la ferrretería de mi barrio, en los que levantabas el micrófono y te atendía la Operadora diciendo: "Número?" y Vos le tenías que decir el número y el nombre de la familia con quien querías hablar. También tuvieron el primer garage con persiana enrrollable donde cuardaba su impecable Citroen 2CV.


Teléfono por Operadora

Un buen día su inmigrante Padre, ya con una reconocida posición económica fruto de su trabajo en las Barracas del Riachuelo en la Ciudad de Buenos Aires, es invitado a una Función de Gala en el Teatro Colón y lógicamente no tenía ni la remota idea de que su hijo, mi Abuelito Tony, era músico! Como lo dictaban las normas morales y de buenas costumbres, asistió de impecable Levita y Frac para la ocación.

Saludos sociales de rigor en la entrada, toma de ubicación en las primeras filas, y comienza la función.

En medio de la Obertura, el Primer Violinista se pone de pié para interpretar su "sólo", y aquel arcaico inmigrante no pudo contener sus lágrimas, al ver que se trataba de su hijo, Tony, Mi Abuelo Tony!!

La Gala se había organizado con motivo de la primer visita a la Argentina del famoso Violinista Iejudi Menujin.


Iejudi Menujin



Finalizada la función, el "Maestro" se dirigió al camerino de los músicos y pidió hablar con mi Abu, que al verlo no pudo contener su sorpresa. Iejudi Menujin lo miró seriamente, lo felicitó con un apretón de manos y le dió un sobre blanco, lacrado. El sobre contenía una Beca total para que Antonio Pinelli fuese a perfeccionarse a la Scala de Milán!


Scala de Milán

Abu no terminaba de digerir lo que le acababa de suceder, era muy joven!

Ya saliendo por el Hall Central del Teatro Colón con su violin en mano, ve a su imponente Padre italiano esperándolo con gesto firme. Al alcance de puño, lo abrazó con fuerza y rompió en llanto...

Recuperando ambos la compostura de la ocación, Tony le cuenta entusiasmado que el propio Iejudi Menujin le había otorgado en mano una Beca para la Scala de Milán!

Mi "inmigrante" Bisabuelo retomó su adusta postura y dijo: "Usté No Vá!!


No. No fué... Y Yo lloré mucho cuando Mami me contó esta parte tragando saliva. Ella tampoco pudo romper el "karma". Su sueño era ser Bailarina clásica. Por supuesto que no la dejaron.

Muchos años después, ya siendo adulto, pude comprender su discimulado y por esporádicos momentos desbordado desdén para con Leonor, que por su puesto también tuvo "su historia" mientras gobernaba el destino del Abu Tony.


Pasaron los años en los que Tony no paraba de trabajar, saliendo del Colón con su violin rumbo a los cines de la calle Corrientes, como parte de las orquestas de los fosos ubicados delante de la pantalla, musicalizando las películas que por entonces eran mudas.

De la mano de la modernidad llegó el cine sonoro. Y Tony poco a poco fue quedando sin trabajo. Y en alguna discusión subida de tono con su maltrecho ego, un buen día dijo: " NO TOCO MÁS!!


Se convirtió en viajante de comercio, con su infatigable Citroen 2CV y su Sargento cebador de mates y limitador de velocidad (70km/h que igual mucho más no daba), recorriendo pueblitos del interior de la Provincia de Buenos Aires, vendiendo los "Anotadores Mágicos" que él mismo fabricaba con laminas de cartón, untadas con una especie de grasa negra y un celofán arriba. Cuando le pasabas el dedo quedaba escrita la cuenta del Almacenero o el Kiosquero, y al levantar el nylon se borraba. Un equivalente a una calculadora descartable y analógica.

Y cada tanto Yo me rateaba de la escuela un par de días para ir con ellos. Asi conocí Uribelarrea de tierra, Lobos de Laguna despoblada y San Miguel del Monte en sus primeros intentos de desarrollo turístico.


Tony ya no tenía su "ventanita mágica" por la que se escapaba y viajaba a cualquier parte del mundo con sólo tocar música. Ya viejito, un día le mostré mi primer intento de Jazz tocándole en el piano algo parecido a un Boogie Boogie. Abu sonrió y me dijo: "Mucha síncopa! Muy bien! Estudiá mucho Bach que eso después te sale solito". Cuanta razón tenía!!

Con el tiempo tuve el honor de estudiar saxo tenor con el Maestro Ricardo Bozzo, quién fuera casi contemporáneo de mi Abuelo y profesor de Gato Barbieri y de mi amigo Oscar kreimer, que salía de su clase y detrás entraba yo, los sábados a la tarde en Paraguay y Talcahuano. Yo me hacía el dolobu y como no habia estudiado, le pedía al Maestro que toque la pieza de estudio a 2 voces con Oscar, y claro, me daban el gusto! Espectáculo de lujo y privado!!! Hasta que un día Bozzo me dijo: "Yo no te voy a robá la guita. Si no vas a estudiá, dejále el lugar a otro!" Por supuesto, por respeto y por consciencia, no fuí más.


En cuanto a Tony, ya sin su ventanita al Universo de la Música, se fue apagando y escapándose por un agujero en la pared de su conciencia: Alzheimer.


Un cierto día en la quinta de Tío Pocholo, Dr.Arnaldo Braulio Pinelli, único hermano de mi Mamá, eminencia en Medicina Quirúrgica y también buscador de "ventanitas" y viajero natural, el Abu estaba con la vista perdida y en silencio en la cabecera del quincho. El vecino, el Dr. Pisanni, le trajo un violin de estudio y le dijo: "Pinelli, por favor, toque algo!"

Tony levantó la vista, miró el violin y balbuceó: " Hace más de 30 años que no toco".

Tomó el violin, lo acomodó en su mentón, cerró sus ojos, y en mi puta vida escuché un sonido tan puro, tan limpio, tan sobrenatural, interpretando un pasaje de Vivaldi.

Terminó de tocar, agradeció el enferborizado aplauso con una dolorosa sonrisa, y quedó de nuevo en silencio y con la vista perdida, vaya a saber dónde...


Herencia, Sangre. Gratitud Infinita por conservar ésta memoria, tal vez algo tergiversada por la compasión de mi propio ego. Y a cierta altura del camino, éste puzzle de recuerdos te hacen aflojar el cuerito de los ojos.

(No te puedo explicar lo que fué escribirlo con Astor sonando en los auriculares)


Abu!!!

Antonio Pinelli -Tony.

Diploma "Profesor Superior de Violín" otorgado a Antonio Pinelli a sus 17 años

Gracias Por la foto del Diploma Primita!!

 

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Listo!!

Bienvenidos!!


Ariel Villar

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