Nada nuevo bajo el sol de nuestra humanidad. Cuando decimos tener convicciones, en realidad es porque alguien supo vendernos una idea y ahí nomás, compramos.
Hicimos el unboxing saboreándola para justificar un gasto que no fue en dinero, sino representado por la masacre que urdimos con nuestra propia madera, nuestra esencia, para que el nuevo artilugio verborrágico nos calce como un guante.
Y con la elegancia característica del nobuc extendemos el dedo índice con su uña sucia de tanto rascarnos las orejas y otras partes de nuestra ignorancia, elegantemente encubierta para señalar siempre hacia afuera.
Nos reflejamos en el asombro del espejo ajeno y a nuestro empachado ego le encanta. Entonces adornamos el chiche nuevo con las herramientas intelectuales de nuestra impronta que ya manejamos muy bien, y ahí nomás salimos a correr otra etapa del estúpido Gran Premio en el que vamos rezagados con una máquina vieja y maltratada.
Publicidad:
La tribuna aplaude al vernos adelantar por una izquierda casi cortando el pasto mientras alardeámos con nuestro nuevo chiche recién comprado. Pero desde el box de los verdaderos punteros, los de siempre, los que corren con la Ferrari del poder conducidas por máquinas obedientes y no pensantes, se dan cuenta que los guantes de Fangio nos quedan grandes.
Sucede que corremos carreras diferentes. Nosotros por una victoria personal y ellos por el poder del podio del Campeonato del Mundo.
Entonces ordenan a sus pilotos que nos dejen puntear un par de vueltas, sólo eso. Ni siquiera ganar la carrera que menos suma, para relamerse mientras se rompe nuestro viejo motor.
La realidad es que compramos un verso viejo reciclado para los tiempos que corren, junto con el sueño de la posibilidad de subirnos copa en mano a un podio de cartón incapáz de soportar nuestro propio peso.
Y que en el mejor y más sádico de los casos, para vernos caer de una magra victoria ante todos los presentes, sólo para que quede claro quién corta el bacalao.
Patrañas de la política social, que nos denigra en militontos de una mentira ancestral que nos hunde de a poco en el estiércol de la mediocridad, aceptando que lo que está mal es bueno y lo que está bien es malo.
Se vienen tiempos difíciles para Padres hiper-ocupados y desgarrados por la mazmorra en la que, de un lado tira la buena crianza de los hijos, y del otro las metas de realización personal, con el cuco de la vejéz que los acecha con una cuenta regresiva que les empieza a llamar la atención con dolores de cintura, mucho antes que aparezcan las primeras arrugas en el espejo del baño...
Ariel Villar
Contenidos a Cuerda en un Mundo Digital
Comments