Para la inmensa mayoría dentro de la que seguramente estás, sería como volver a un lugar en el que nunca estuvieron. Prefiero creer que se trata de una consecuencia no deseada, pero tengo mis serias dudas cada vez que pienso en una posible interrupción indefinida en el suministro de energía eléctrica mundial.
Sucede que soy una especie de "sobreviviente tecnificado", integrante de una "Resistencia" que no se deja convencer por la gran mentira de la tecnología, que sustentada en el confort, nos ha sumido en la dependencia y el control...
Más allá de la retórica exagerada con cierto humor, es oportuno contarte que vine al mundo en 1960, y que crecí a la par de los Beatles y Rollings Stones, cuando los teléfonos eran pesados aparatos negros atados a una pared y que, aún teniendo un cable, funcionaban sin electricidad.
Mi ciudad era un pueblo grande y el agua de la canilla del patio era fresca y pura porque era de pozo, que tenía un bombeador de mano por si se cortaba la luz. El televisor era un artículo de lujo con 5 canales cuya señal llegaba por aire y entraba por la antena del techo, la música se escuchaba por radio y las noticias eran cosas de los diarios en papel.
La ciencia ficción y Julio Verne me hicieron soñar con submarinos nucleares, naves espaciales y aparatitos con los que se podía ver y hablar con otra persona al otro lado del planeta... Profecía cumplida, y superada.
Corrían los setentas y cualquier jefe de familia, un domingo cualquiera, era capaz de instalar una estufa, de cambiar un cuerito de canilla, de levantar un par de hileras más la medianera del fondo o de cambiar un par de tajas rotas por el último granizo. Y una loza para el techo se hacía el domingo con la ayuda de los vecinos: obreros, oficinistas, comerciantes, bancarios, porque todos sabían hacer concreto sin importar cómo se ganaran la vida durante la semana...
Sin darme cuenta me hice mayor y la vida me colmó de dicha con cuatro hermosos hijos, a los que vi crecer bien de cerquita, haciéndolos diestros con las manos y dejándolos entrenar sus mentes curiosas sin más limites que el aprendizaje. Y con ellos creció la tecnología, fascinante, avasalladora, imparable, al punto de subirse a ella o quedar de a pie. Y entonces me convertí en Analista de Sistemas con ropa de bancario y manos de mecánico.
Hoy, veo con orgullo baboso a mis nietos apenas aprendiendo a pintar con crayones pero muy diestros con el dedo índice manejando la pantalla táctil del celular, y a la generación que hoy orilla los 20 años, que siente que le falta el aire cuando no hay WiFi o conexión a internet accesible y rápida, y que no pueden imaginar al mundo de ningún otro modo.
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Pero imaginemos por un momento que, por causas desconocidas y fuera de control, el planeta quedase sin suministro alguno de energía eléctrica: todo lo que ellos conocen, lo que aprendieron, lo que saben hacer y la forma en que viven, dejaría de tener sentido. Incluso para muchos mayores poco aprendidos y anulados por la globalización...
Al principio imagino un caos: saqueos y salvajadas por comida y agua. Los turros acopiadores de turno empoderándose con la necesidad ajena y la ley del más fuerte.
Pero la vida sigue su ciclo y la evolución transcurre por un tiempo "alternativo". Las cosas se empiezan a calmar: sin sistemas desaparecen las inversiones en bolsa, las deudas y también los bancos.
Alguien recuerda cómo hacer una perforación para conseguir agua y alguien más se las arregla para fabricar un trépano o broca manual, y juntos hacen pozos para que la gente obtenga agua del fondo de su casa.
En los pueblos se empiezan a criar gallinas y la bonanza del campo renace con el trabajo del peón rural, por fin bien remunerado y valorado con convenientes trueques.
En la ciudad, con los años se empiezan a recuperar las plazas destruidas y reaparece la figura del cuidador, ahora algo más joven y robusto, cargando su regadera en el bombeador de mano.
Sin electricidad no funcionan los surtidores y lógicamente ya no hay expendio de combustible. Tampoco producción. Pero lejos de volver al caballo, la tecnología solar ya está muy avanzada, tanto como la que se obtiene del viento y de las mareas, incluso la energía geotérmica. Sus antes petrolíferos detractores ahora intentan controlarlas, pero la cosa ya no es tan fácil: cualquiera tiene sol y viento en el fondo de su casa, cuando no vive a orillas del mar o de un río correntoso. Las nuevas comunas lo saben y se organizan en cooperativas manejadas e integradas únicamente por gente capacitada en cada área.
Las nuevas leyes son elaboradas por los mismos ciudadanos que producen bienes y servicios comunales, y son mínimas: sólo unas pocas referidas al bien común y que, sin excepción, castigan con pena de muerte inmediata a quienes procuren cualquier tipo de interferencia con dicha producción de bienes y servicios o que hagan uso de los mismos sin producir otros de igual y necesaria importancia. Los políticos, por supuesto, dejaron de existir con los bancos y la economía tal como se la conocía. La gente ya no necesita alguien que la represente, porque cada habitante sabe lo que tiene que hacer, lo que puede hacer, y lo que debe hacer. Incluso puede elegir "qué" hacer, pero siempre bajo una premisa lapidaria: no molestar al prójimo en ningún sentido. Por tanto, no necesita proponer candidatos ni votar a nadie. La droga es considerada como "Delito Universal" y factor de aniquilación de la raza humana. Por tanto la pena de muerte es de ejecución instantánea tanto para traficantes como para consumidores, y esto es enseñado como valor humano destacable tanto en centros educacionales como en los hogares.
Las nuevas fuentes de energía evolucionan y la comunicación en redes reaparece, pero con la condición de que no tengan fines comerciales de ninguna especie, siendo su aplicación para fines educativos y de desarrollo social. Aparecen infinidad de inventos e ideas en este "Nuevo Mundo". Mucho por mejorar, adaptar, cambiar, sostener, crear.
Tal vez suceda, tal vez no. Y si sucede, tal vez sea para mejor, y no sólo para unos pocos, sino para muchos más de los que somos hoy día, siempre y cuando todo lo que se haga, sea con el Ser Humano como protagonista y beneficiario.
Mucha imaginación, y mucha tela para cortar en una mesa de café. Mientras tanto, poné a cargar el celular, y antes de ir a dormir, cerrá la llave del gas y... apagá la luz!
Ariel Villar
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