Infinitamente agradecido. Por seguir vivo y andando sobre mis pies, subiendo escaleras ya sin actitud atlética pero sin tener que agarrarme de la baranda. Sin embargo me sigue llamando la atención el camino económico recorrido, pocas veces llano, siempre cuesta arriba, pero que no asciende por la escala socio-económica. Al contrario, cada vez más abajo, y la subida cansa cada vez más. Una especie de viejo Reel remixado del otario que sube por la escalera mecánica que baja. De tan pelotudo causa gracia.
Igual estoy infinitamente agradecido cuando miro por el retrovisor, por haber podido estudiar y asimilar varias carreras universitarias, idioma inglés, por haberme dado el lujo de ser músico mientras quise, por ser primero turista y después viajero, en bici, en auto y en moto.
Agradecido por haber podido romper algunos karmas hereditarios y por haber pateado tableros de conformismo afectivo y mediocridad. Por haber podido ayudar más de lo que podía a quienes no lo valoraron. Y no hablo de dinero. Bueno, un poco si. Y bastante. Pero igual a pesar de la enorme diferencia que hoy se nota y no justamente a mi favor, no quisiera estar en sus zapatos. En los de nadie en realidad.
Agradecido por 4 hijos sanos y prósperos, de buena madera y 6 nietos maravillosos. Y ni hablar de estos últimos 8 años, feliz de tener a mi lado a la Mujer soñada: atractiva, más joven que yo, Libre de cuerpo y espíritu, compañera y que "no jode!".
Agradecido. Pero enojado. Enojado conmigo. Por haber sido demasiado... Demasiado bueno, demasiado bohemio, demasiado inconstante, demasiado bocón, creído de sabérmelo todo, de creer ser de mente abierta por juntarme con gente de todo tipo, raza, creencia religiosa y preferencias sexuales variopintas, cuando en realidad soy lo contrario: casi un dinosaurio.
Enojado porque en nombre de mi propia paz acepté migajas como el precio total de la mitad de una propiedad en la que no puse la mitad de su valor en dinero, pero que pagué 10 veces su valor en trabajo con mis propias manos y mi propio tiempo, en negocio ajeno.
Enojado conmigo! Por permitir ser usado y ventajeado en nombre del amor como albañil, electricista, peón, empleado gratis, chófer, remisero, mozo, asador y lava-copas. Por permitir que me sospechen de "vividor" y por haber mostrado los comprobantes de mi propia estupidéz cuando no tenía por qué hacerlo. Por ser el "hombrito" para llorar de lágrimas ajenas compartido con un "ex" jugador de otro campeonato cuando yo ni siquiera "jugaba"...
Agradecido por tanto, y enojado por tanta estupidéz propia. Por haberme dado cuenta, tarde, y por haber desperdiciado un tiempo valioso en el que podría haber ablandado el camino y haber llegado a tener la tranquilidad económica que hoy no tengo.
Agradecido por haber superado un infarto y la pandemia infame sin tener que salir a laburar. "Todo un logro!". Pero enojado después de donar 34 años de mi tiempo al Banco más poderoso del país, aportando alegremente el 19% de mis haberes, que al día de jubilarme sumaban unos interesantes 75 mil dólares, de los que me devuelven una obscena mínima parte en cómodas cuotas y en pesos, que me ubican en el límite de la línea de pobreza.
Un pelotudo "Made in Lanús" que dominando el idioma universal y habiendo tenido 3 oportunidades de pasar por la puerta grande de Ezeiza, se llenó el pecho con gritos de amor a su tierra, esa mierda propia de un Boommer Argento que nos hace echar raíces en la mentalidad de pobres.
Y aún así, agradecido. Pero enojado con mi propio espejo que me muestra quien realmente soy:
Un fantástico "Vendedor de Humo". Un bueno para nada. Un pelotudo...
Fin.
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Ariel Villar
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