Claro, decís "banco" y la gente piensa en guita, en colas insoportables de burocracia tecnificada inexplicable. Tumulto descontento y la suerte de tener un conocido adentro.
Hoy el Provincia cumple 200 años y no te voy a contar ni su historia política ni económica, ni si quiera de su función social o como puntal de crecimiento de pueblos del interior. Hoy te voy a dejar ver una puntita de su gente. Porque aún a pesar de tu tal vez justificada bronca, es gente igual que vos, que todos los días va a ganarse la vida dignamente, aún a pesar de tener que poner ambas mejillas para el cachetazo de la mediocridad inocente, que no entiende que hay humanos más allá de su propia piel y de un escritorio.
Gente con valores, pero sobre todo con un corazón infinito, que me enseñó a leer una circular, que no es precisamente redonda, que me motivó a darme cuenta y a comprender cuando alguna compañera llegaba con cara de estar pasándola mal, para decirle que afloje un rato y ponga la pava, y en algún huequito de tiempo ponerle la oreja y el hombro entre mate y mate.
Gente que, cuando no pude retener una lágrima ante la impotencia de la falta de medios para operar a mi vieja y estirarle la vida un poco más, me hizo firmar un papel para que al día siguiente me acrediten un préstamo para afrontar los siderales gastos. Y detrás de ese "Señor Gerente", desfilaron todos los Señores Corazones Compañeros por mí escritorio, dejando cada uno una libranza de su caja de ahorros de haberes firmada en blanco.
Gente con la que perdí la apuesta del último día de actividad, haciéndome el gracioso y diciendo que Sucursal Burzaco no me iba a hacer llorar. Y así salí: entre una ovación de aplausos, un esmerado presente, un culo de plástico firmado por todas mis hermosas amigas, y llorando como un pelotudo!
Esto también es el Provincia! Mejor dicho, es la razón por la que sigue funcionando y creciendo. Porque misteriosamente, aún cuando pasan los años y desaparecen las caras familiares, los jóvenes ojos de los "nuevos", heredan la magia de una esencia única, que como en ningún otro sitio, nos marca a fuego en cada apodo asignado con cariño, haciéndonos sentir algo parecido a un orgullo paterno cuando vemos a aquellos pichones hoy a cargo de alguna sucursal, cuando algún "jubilete" como Yo los ve por redes o pasa para recibir un breve y profundo abrazo!
200 años. Orgullo de pertenecer y Gratitud Infinita por tanto cariño, paciencia y alguna que otra maravillosa historia.
Ariel Villar
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