Sólo de vez en cuando…
Nos damos cuenta que todo aquello a lo que apostamos no se dio tal cual esperábamos,
que los presentimientos no eran otra cosa que avisos claros a los que no dimos crédito,
que el silencio los avalaba y fortalecía en su misma esencia…
y que no hicimos nada, ni dijimos nada.
Y en lugar de dejarle el timón de las decisiones al corazón,
dejamos interponer esa falsa razón basada sólo en la lógica que,
lógicamente estaba equivocada.
Sólo de vez en cuando,
podemos ver la señal de “alto” lo suficientemente clara
como para activar el freno pero, no lo hacemos.
Seguimos acelerando como queriendo ganar una carrera
que desde el principio está perdida.
El corazón lo sabe, la mente también, pero se niega a verlo.
La mente grita para sostener una incoherencia,
el corazón duele, porque no sabe gritar para evitarla…
Y así vamos forjando lo que llaman Destino,
que vendría a ser lo poco que queda entre
lo que decidimos con la cabeza y lo que dejamos elegir al corazón.
Terminamos siendo parte de esas rarezas cotidianas:
Oficinistas con perfil bohemio.
Bohemios frustrados por la oficina.
Líderes con perfil psicótico.
Psicópatas con perfil de liderazgo.
Genios que viven dentro de una botella.
Alcohólicos que liberan genios con una botella.
Quienes dicen amar y jamás lo han hecho.
Quienes viven amando y jamás lo dicen…
Pero gracias a Dios, nos damos cuenta sólo de vez en cuando.
El resto de nuestro breve tiempo seguimos creyéndonos acertados,
llevados por la corriente de un falso “sentido común”, de una educación caduca,
convenciéndonos que estando quietos vamos a estar más seguros…
Hasta que un buen día, desde algún lugar lejano que nos es otro que nuestro profundo interior, asoma la señal clara y definitiva. Esa a la cual, si no obedecemos va a ser la más obtusa de las obsecuencias que va a dar por resultado la decadencia y la infelicidad.
Y ese buen día la señal se hace visible, no porque tome fuerza de repente, porque siempre la tuvo, sino porque la fuerza de todas las razones se fue debilitando por su propia inconsistencia.
Está en cada uno de nosotros poder ver la propia señal del corazón y darle todo el crédito y, si es posible, cuando aún no sea demasiado tarde…
Que tengas una excelente jornada!
Ariel Villar
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