Desde una mirada de viejo pre-pandémico, crecido, y auto-convencido de haberse realizado y con la certeza de estar exactamente en el lugar correcto producto de sus decisiones, en principio parece una cuestión de entretenimiento compartido. Viajo y te muestro algo lindo, o distinto, o tal vez curioso o desconocido. Me hacés saber que te gusta con "Pulgarcito" o "Corazón" y vi cerveza pero prefiero el buen vino.
Pero la cosa se puso heavy en el encierro virósico con toneladas de selfies en formato Reel y catarsis de la más variada complejidad. Pero aún ya con la jaula abierta y el mundo girando nuevamente, los sobrevivientes de la Era A.P. tenemos la sensación que gira pero en sentido contrario. Sensación lógica y analógica de haber hecho nuestro mejor esfuerzo para aggiornarnos al nuevo mundo digito-virtual.
Bien claro que los intereses corporativos no tienen sus objetivos puestos en los que "ya nos vamos", por decirlo en "década-mode", y nada más de viejo choto que creer que las cosas pueden mejorar volviendo al viejo mundo 2019. Por mi parte cero nostalgia. El mundo cambia, minuto a minuto. Literal. Pero guarda con el vicio publicatorio porque no sólo nos puede hacer gastar hasta lo que no tengamos en terapia, sino que le estamos contando al detalle lo mismo que sabe de nosotros nuestro analista, a los poderosos de la interconexión que la tienen soberanamente más larga que cualquier país o potencia mundial.
Si no fijáte: si le pedís a un A.P, por caso tu viejo, que defina "Influencer" es una fija que responde: "pelotudo/a al que le pagan para que se rasque las bolas 24/7 filmando Reels mostrando culos o tirando facha mientras le bancan viajes por el mundo para ser la jeta del momento de un producto/servicio". Todo más que bien! De hecho lograron nuestro "sueño del pibe": ganar guita sin laburar.
Pero me quedo con ésta duda: si nos cuesta y duele tanto darle pelota a nuestro analista que es uno solo, qué va a pasar con nuestro maltrecho ego siguiendo las algorítmicas órdenes de no pocas corporaciones que tienen la radiografía y todos los analytics de todos nuestros mambos y frustraciones?
No, ni idea para dónde van. Pero sin creerme ni la huella de los zapatos de un Beatle, prefiero bajarme en la esquina antes de seguir siendo pasajero de un bondi que cambió el recorrido y el destino sin avisarme o darme la opción de caminar.
Podría gritar: "la paraaaaada chofeeeer!!!", pero queda más "L-Gante" decir que hay que ceder el asiento a las nuevas generaciones, "vite"? De nuevo parafraseando títulos de novelas pedorras: "Sin tetas no hay paraíso". Imagináte con algo de panza, tantas arrugas como grietas tiene este puto país y "las nieves del tiempo" como única opción al teñido gato de pendeviejo en el "porta-masa", las posibilidades de ser "influencer" son casi "cero".
Pero regalándonos algo de crédito sin tarjeta, después de todo somos el Neanderthal de los influencers: logramos vivir sin laburar, practicamos "Alpedismo" 24/7 en teoría garantizado de por vida por un Plan de Ahorro para un 0Km disfrazado de jubilación obligatoria, pero por lo que vamos viendo le estaríamos chupando un huevo, lo que nos ubica como una versión analógica y caduca, o un prototipo sin concluir que, en definitiva lo somos todos: en los 60s te venía a buscar "La Parca", en los 70s "palmabas", en los 80s "Game Over", en los 90s "fuiste", en los 2000 "pasaje de ida" y más acá no le pongamos nombre porque antes de los 30 es una tragedia.
Así que, emulando al querido Tato Bores: "Mis queridos chichipios, no malgasten los últimos cartuchos en tratar de entender y mucho menos enderezar a este torcido mundo, vermouth con papas fritas, y Good Show!!!
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Ariel Villar
NBA Productora de Incontenidos
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