No te quedes, si viniste por riqueza. Sólo queda un techo alquilado, la comida del día, y un auto con su dueño, ambos viejos.
No te quedes, si llegaste buscando paz y sosiego. Sólo queda un soñador cansado, sin paciencia y mañero.
No te quedes, donde no te necesitan, donde no te llamaron, donde te sientas un mueble.
No te quedes, parado en el camino. Rodá con lo que tengas, subíte a un tren, caminá. Porque el tiempo sigue invisible y andando.
Y no te quedes esperando que la fortuna te encuentre. Si te la cruzás no la uses para cumplir viejos sueños. Usála para realizar los nuevos. Recordá el tiempo, el que te quede. Y si, aún caminando no encontrás la riqueza, tal vez sea porque la medís sólo en dinero.
Tampoco te quedes pensando en que la estamos pasando mal. Las autopistas son rápidas y aburridas, y los caminos rurales son más lentos, seguros y hermosos.
No te quedes pensando "qué estás haciendo?". Si no te cierra, pará, doblá, cambiá el rumbo, el objetivo o la misma razón de tu vida, esa que te hicieron creer que es tu misión en éste plano de existencia.
Vivir no es gratis. Morir, tampoco.
Ariel Villar.
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