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Lo que callamos cuando decimos que está todo bien👀🎧

  • Foto del escritor: Ariel Villar
    Ariel Villar
  • 26 oct
  • 3 Min. de lectura
Todo bien. Ok

Versión audio con imágenes:


Lectura:


No sé cuándo empezó a doler tanto ser persona.

Tal vez… cuando nos convencimos de que sentir demasiado era un defecto.

O cuando las redes nos vendieron la idea de que todos son felices… menos uno.


Cada vez que alguien me pregunta cómo estoy, miento.

Y lo digo con una sonrisa.

Como si la sonrisa fuera un salvoconducto,

una forma elegante de evitar explicar lo que ni yo entiendo.


Hay muchos como yo.

Los que seguimos esperando algo.

No sé bien qué.

A veces amor.

A veces paz.

Pero sobre todo… que alguien nos vea de verdad.

No con los ojos.

Con el alma.


Porque hay días en que uno se siente invisible,

incluso rodeado de gente.

No porque falte compañía…

sino porque falta conexión.


Y en ese silencio,

uno empieza a creer que la culpa es propia.

Que sos demasiado intenso.

Demasiado raro.

Demasiado todo.


Hasta que un día te descubrís apagando pedacitos de vos,

para poder encajar en un mundo que no escucha

a los que sienten de más.


Nadie te lo dice, pero amar cansa.

Cansa esperar respuestas que no llegan,

abrazos que no duran,

mensajes que no se escriben.


Cansa sostener vínculos que se deshacen apenas los soltás.

Y sin embargo… seguimos amando.


Porque amar, todavía,

es lo único que nos hace sentir vivos y humanos.


Nos prometimos no volver a creer en nadie.

Pero el corazón no entiende de pactos racionales.

Vuelve a latir.

Vuelve a insistir.

Y vuelve a romperse.


Y cada vez que se rompe…

uno se hace un poco más fuerte.

O un poco más frío.

Depende del día.


"Está todo bien."

Tres palabras.

Las más mentirosas del mundo.


Tapan tormentas, duelos, traiciones, miedos.

Nos volvimos expertos en simular estabilidad.

Publicamos sonrisas, compartimos frases lindas,

y decimos “todo bien”

mientras adentro se nos cae el techo.


Y lo sabemos.

Sabemos que el otro también miente.

Pero seguimos jugando el mismo juego.


Por miedo.

Por costumbre.

Por no preocupar a nadie.


Y sin embargo…

no hay acto más valiente

que decir “no, no estoy bien”.


Solo que ya casi nadie tiene tiempo de escucharlo.


Hay un silencio que duele distinto.

No viene del afuera.

Viene de adentro.


Es el que queda después de la decepción,

del último intento,

del “te juro que ahora sí”.


Y te quedás ahí…

quieto, mirando el techo,

tratando de entender por qué todo se siente tan pesado

si en teoría hiciste lo correcto.


Ese silencio, amigo…

es el eco de lo que fuimos

antes de endurecernos.


Y aun así…

seguimos creyendo.


A pesar de todo.

De los golpes.

De las despedidas.

De las falsas promesas.


Seguimos creyendo.

Porque sin esperanza

no hay manera de sobrevivir a este mundo roto.


Creer se volvió un acto de resistencia.

Amar, una revolución.

Y decir lo que sentimos,

una forma de libertad.


No busques respuestas.

Este micro no quiere explicarte nada.

Solo abrazarte un rato,

cuando todo se te hace cuesta arriba.


Porque no,

no está todo bien.

Pero estamos acá.

Y seguimos.


Lo escribí una madrugada,

con un café tibio al lado

y la sensación de que el mundo se volvió demasiado ruidoso

para escuchar lo que importa.


Si llegaste hasta acá,

gracias.

No por leerme, o escucharme.

sino por sentir conmigo.


Porque en el fondo,

lo que más necesitamos -vos, yo, todos-

es simplemente eso:

que alguien nos entienda,

sin tener que explicarnos tanto.



Ariel Villar

Café Temperley


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Ariel Villar

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