Caminaban de la mano al ritmo lento de la ensoñación frondosa de una arboleda añeja. La invitación del verano a sentarse en un banco alejado de la plaza vacía fue aceptada al unísono.
El le tomó la mano con delicadeza y temblor por no apagar el brillo de sus grandes ojos pardos:
- Te puedo preguntar algo?, dijo el muchacho forzando un tono grave para mitigar el miedo al rechazo.
* Claro! A ver..., dijo ella cruzando sus piernas nerviosas como si pudiesen silenciar sus latidos.
- Qué tan lejos estoy de enamorar a alguien como Vos?
Ella sumó su otra mano sobre la de él, y con la fresca sonrisa de siempre mirándolo a los ojos, respondió:
* Ni tan lejos como creés, ni tan difícil como suponés...
La tenue brisa de verano no tuvo tiempo para enfriar dos bocas fundidas en un profundo y esperado beso, tan inolvidable como el comienzo de una gran historia.
La tarde se detuvo deseando un verano eterno, mientras la vuelta a casa de pazos lentos empapaba de sudor los brazos sobre las cinturas.
El verano del 25 estrenaba lápices de colores para dibujar escenas con tinta indeleble en las memorias de dos corazones vírgenes de amor genuino y recíproco, que en sus alejamientos infinitos fueron transformando un chat errático de gifs con gatitos, mapaches y koalas, en un verdadero y único libro de poemas escrito de a dos.
Ambos sentian que, por primera vez en sus aun breves historias, una conciencia nueva los invadía sin permiso para diluir sombras del pasado y creencias tontas de un presente cada vez menos humano, y empezaban a comprobar que los deseos y las palabras afinados en un "Dos Mayor" lograban que el Universo conspire a su favor.
Por primera vez ambos palpaban el acuerdo tácito que todo lo que tuviese que suceder sería naturalmente, sin libretos ni presiones. Y que la Libertad verdadera también sabe caminar de a dos...
Ariel Villar
Café Temperley
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Ariel Villar
Café Temperley
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