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De cuánto estamos hablando?

  • 18 jun
  • 3 Min. de lectura
De cuánto estamos hablando? Imagen de un billete de 100 dólares quemándose.


Le ponemos precio a todo. A la ropa que llevamos puesta, al destello de unas vacaciones de valor exponencial cuando recordamos las incontables horas trabajadas para conseguirlas. Al auto nuevo y su seguro más caro, un mantenimiento que nos hace fruncir el bolsillo y fundir la tarjeta. Al asado de fin de semana por el que protestamos desde que pagamos su precio hasta un par de minutos antes de prender el fuego.


Pero si se nos presenta la oportunidad de algo realmente bueno, o interesante, o que simplemente nos gusta, lo desechamos al saber su precio: una baratija que no implica esfuerzo y a la que cualquiera puede acceder, como si la exclusividad nos hiciera más notables, más importantes...


Somos una mierda. Y vamos orgullosos por la autopista de la vida con el acelerador a fondo sin pensar que, ante un desperfecto simple o un pinchazo, podemos ser capaces de pagar lo que nos pidan para llegar a destino, y hasta de protestar! Cómo si tuviésemos el derecho a no saber valernos por nuestros propios medios y que los demás tengan la obligación de ayudarnos gratuitamente.


Pero no pocos de nosotros nos sentimos más cómodos disfrutando la soledad y la vastedad de un camino de tierra, donde nadie nos mira pasar y en el que la única huella que dejamos es sobre el polvo suelto, que en unas horas va a ser borrada por el viento.


La vida es eso! Aún en medio de la locura de un suburbio febril y descontrolado, dónde la gente conduce sus vidas en estado de guerra, reaccionando a la defensiva sin siquiera saber si los están atacando o simplemente saludando por educación.


Andamos con la lengua en el freno de mano para no ser cancelados en un cuadro social pintarrajeado en pantallas de mano, o vomitados por bocas ignorantes de todo lo que no tenga valor económico.


Pero el tiempo nos factura a todos por igual, en efectivo, contante y sonante, que nos va marcando el lomo como un cadenazo en la espalda. Y no hay plata que lo frene ni cirujía que lo disimule.

Y no cantamos por no desafinar, no bailamos para que no nos conviertan en un Reel ridículo del que miles de desconocidos se mofen por 10 segundos, y no escribimos por miedo a que se vea lo que realmente somos, lo que sentimos y lo que valemos, que no hay bolsillo que lo pueda pagar.


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Y sabés que es lo más loco? Que te ven feliz, tal vez invirtiendo el puñado de ahorros que lograste en tu vida, justamente en eso: en vida, en vivir, en estar 24/7 de los 365 días de los años que te puedan quedar haciendo sólo lo que tengas ganas, sólo con lo necesario para vivir bien, y soltando toda la inspiración para dar lo que sentimos, y piensan: "y claro, para eso hay que tener mucha guita. De cuánto estamos hablando?"


Hablamos de un puñado de monedas en el bolsillo, de un banco repleto de cariño y sentimientos, y de un cielo en ésta misma tierra conocido como "Gratitud".


Ariel Villar

Café Temperley



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Infinitas Gracias!


Ariel Villar

Café Temperley☕




2 Comments

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Guest
hace 7 días

Brillante

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Unknown member
hace 7 días
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