Tal vez sea eso. Un berretín. Eso de esperarte en el lugar al que se que nunca vendrías. Porque el Sur no figura en el mapa del primer mundo conocido como CABA.
Qué sabe esa gente de una niñez de verano pescando ranas en la zanja? De sentir el barro entre los dedos de los pies y el cansancio en las piernas después de una tarde infinita dando vueltas a la manzana en bici?
No pueden siquiera imaginar una plaza rodeada de árboles atestados de moras negras y moras blancas recién lavadas por un chaparrón de verano, sacudiéndolos para que las maduras llenen un viejo paraguas invertido, para sentarnos en un banco de madera y comerlas hasta las náuseas decorando remeras blancas con arte indeleble.
Tal vez por eso vengo a esperarte al viejo bar. Para desparramar sobre la mesa retazos de memoria de aquellos primeros amores imaginados, viéndote pasar con la pollerita escocesa tableada y dos colitas que le seguían el ritmo a tu cola inmaculada, sin que tu imprevista llegada me avergüence y arrebate. Sería el fin!
Prefiero soñarte mayor, sugerente, elegante y extranjera, regalándome una sonrisa tras la ventanilla de tu alta gama, como la moneda que le das al limpiavidrios para que su sueño de grandeza no muera, devolviéndote un "Dios la Bendiga!"
Hasta podría llegar a saber tu WhatsApp,
pero prefiero escribirte en la servilleta, mientras revuelvo un cortado para no dormir de más...
Ariel Villar
Café Temperley
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