Mirá: te vas a dar cuenta. De a poco. Aunque saqués el espejo del botiquín del baño, o aunque lo pintes de negro. Porque a la noche solemos justificamos como la consecuencia de un día movidito, divertido, intenso, y cada tanto hasta pasional.
Claro: amanecemos con una sonrisa con arrugas, el pelo como el de Larry de Los Tres Chiflados y un inventario de dolores cargadito como el de una ferretería, hasta que finalmente cerramos la cocktekera mental con el ingrediente mágico: mirándo a nuestro inseparable y cansado amigo aliviado después de una retenida descarga orinal, cual si fuese un héroe de nuestra juventud lo animamos diciéndole "quién nos quita lo bailado?!". Que si llega a contestarnos: "jefe, estoy cansado, necesito vacaciones jefe!", lo más probable es que retomemos terapia...
Ya saliendo del WC envueltos en el toallón y la bruma sanadora del vapor de la ducha, la última mirada en el espejo turbio nos alivia con el recuerdo de las incontables salidas del telo con el cabello mojado por una ducha sin jabón para evitar quedar impregnados de la huella del delito, para la que no existe detector nasal al que se le escape. Jabón de telo = sentencia de muerte.
After hour de choripan al paso, al aire libre y bien cerquita del parrillero para que el humo nos impregne de una supuesta juntada de amigos y el tilde lo pone una fresca de lata para tapar el aliento a Noc10.
Todo de manual. Hasta el imprescindibe desodorante para el auto, de preferencia bien cítrico.
Y tal vez como consecuencia de la fatiga resultante, en nuestro camino de vuelta se nos van mezclando imágenes de nuestra ya no tan lejana tercera edad, con el esfuerzo de sostener la galantería de una conversación estéril, también de manual, al tiempo que nos esforzamos para no escuchar la voz de nuestro diablito con casco de piloto de un Caza F22 que nos grita:
Eject!, Eject!, Eject!, para el asiento del acompañante.
Ya en la esquina de la casa de nuestra "co-piloto" y luego de una impecable maniobra de estacionamiento sólo con la palma de la mano izquierda y con la derecha sobre su pierna minifáldica, cuya portadora revela una expresión mezcla de flashes de placer sórdido reciente con imágenes de los pasos que tiene ensayados para discimular la flojera de rodillas sobre los tacos aguja, para transitar por las próximas 3 veredas.
Baja del auto con saludo de sonrisa fría y dibujada como un Picasso en el freezer, y tras el portazo ponemos primera intentando una desaparición elegante y con dignidad.
Y es justo en éste preciso momento cuando tomamos conciencia que estamos bajando por el lustrado tobogán de éste maravilloso viaje sin frenos, y a la vez sentimos esa misericordiosa sensación de estar subiendo para acceder a un estado de conciencia superior, que nos quiere convencer de las bondades de la sabiduría y la experiencia, para que sigamos rodando en moto y disfrutando lo que nos quede de aquellas buenas piernas, llendo de pie sobre los pedalines y por el medio del campo sobre un camino de tierra.
Idílico realmente!
Pero el puto espejo del baño nos vuelve a abofetear mostrándonos a un Señor mayor, parecido a nosotros pero arrugado y con la cabeza blanca como Don Santa, poniendo un lapidario punto final a nuestra percepción cuando, al abrirlo para sacar el cepillo de dientes, nos muestra las cajitas de Lotrial, Ibuprofeno, aceite de coco, y en el peor de los casos, un pomo de Korega semi-aplastado.
Y la nostalgia vuelve a la carga con la imagen adorable de nuestros nietos, mientras nuestra hijastra, rememorando la peli "Los tuyos, los míos y los nuestros", nos golpean la puerta del baño al grito de:
"Apuráte que llego tarde al cumple de 15!!", enfundada en minifalda o minishort y una blusita escotada.
Bajamos , si. Y al menos es reconfortante creer que también subimos.
Lo que aún me cuesta asimilar es el hecho de que hayamos pasado de ser unos "Tercera Edad" a ser unos "Sexalescentes". Tal vez éste último sea un manotazo de ahogado disfrazado de producto/marca inoculado por las redes sociales, o tal vez el miedo a ser rotulados con un viejo mote de nuestro acervo cultural heredado por repetición: "viejo verde"...
Gracias por leer! Que tengas una excelente jornada!
Ariel Villar
Café Temperley
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