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Argenturia nació históricamente bajo las órdenes de la corona española y en tal condición, luchó contra la corona británica.
Pero en cuanto se dió cuenta del verdadero negocio que ambos reinados buscaban, decidió quedárselo bajo el honroso título de "Libertad". Claro, ambos intrusos estaban lejos de casa y los barcos aún eran movidos por el viento y los aviones no se habían inventado. Y en tierras naturalmente provistas de todo lo necesario, la victoria era una meta realizable.
Y lo fue. Pero faltaban algunos detalles para gestar una nación realmente pujante y con futuro: ponerse de acuerdo y elegir a un líder funcional a los fines perseguidos.
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Por entonces la falta de criterio y sentido común los hacia caer en "ternas" denominadas primero como "triunviratos", y hasta no hace muchos años se auto-denominaron "juntas" (militares).
Así nació Argenturia, una incipiente población de verdaderos malandras invasores cuyas filas estaban formadas por condenados a perpetua en el viejo mundo y reclutados como marineros, cuyas nuevas viviendas eran mantenidas y atendidas por esclavos sometidos o importados por ellos mismos.
A los nativos originarios de esas nuevas tierras no les hizo mucha gracia y se resistieron por años a la aniquilación, la usurpación y violación de sus comunidades y sus propias vidas.
Los nuevos argenturios ya lo tenían todo: las tierras más productivas, los metales preciosos y hasta el poder.
Pero había que empezar a devolver favores a todos los que habían contribuido con "la causa". Entonces organizaron una nueva masacre y usurpación más allá de un río conocido como Samborombon, bajo el nombre de "Campaña del Desierto", con resultados destacables: más mano de obra esclava, aparición de hacendados de la noche a la mañana, incluso de nombres que reemplazaron a los de lugares originarios como Punta Martínez de Hoz, Tornquist, Gral Alvarado y muchos más.
Pasó el tiempo y algo parecido a una "civilización" fue creciendo, tapando su malformación genética con una historia mal contada y peor aprendida. La Argenturia de hoy día, cuenta con una biodiversidad de población que raya en lo humano, descendientes de invasores natos mezclados con invadidos de resentimiento comprensible y con posteriores colonos que huyeron de sus propias guerras mundiales.
Hoy Argenturia busca modelos a seguir en el viejo mundo, pero por culpa de su limitada visión también de origen genético, solo puede imitar a los peores ejemplos. Y como característica infaltable de todo descendiente de malandra, los argenturios se creen los mejores del mundo.
Consiguieron algunos campeonatos mundiales de fútbol, 5 campeonatos mundiales de automovilismo y hasta lograron ubicar a un cura pobre como supremo pontífice del Bati-Caño.
Hasta jugaron a ver quién la tenía más larga contra sus viejos primeros invasores, sin tener en cuenta que los tiempos habían cambiado aquellos viejos barcos a vela por fragatas misilísticas y porta-aviones cargados con Sea-Harriers, queriéndolos echar de dos islitas congeladas en las que nunca fueron capaces si quiera de aguantarse el frío, enviando a Patriotas adoctrinados y a muchachos inocentes a un viaje sin retorno.
Pero Argenturia siempre resurge de sus cenizas. No como el Ave Fénix, sino porque "hierba mala nunca muere". Y una vez más, el negocio ante todo.
El Nuevo Orden Mundial quiere achicar comensales para disfrutar de la grande de jamón y morrones sin dejar ni el cococho para el perro.
Pero los amarillos de ojos sospechosos de tanto comer arroz y murciélagos son muchos y no son tontos.
Y enseñarles a pescar sería como enseñarle física cuántica a Einstein, así que, aprovechando que las islas siguen habitadas por gringos a los que se les puede echar la culpa, Argenturia arrenda su plataforma continental para la explotación de la pesca indiscriminada y devastadora, a cambio de una Milla 200 mejor iluminada que la 9 de Julio, y buenos dividendos para la junta de turno, haciéndoles creer a los esclavos modernos que fueron ellos quienes los eligieron, que son libres y que viven en DemagogoCracia con derecho al naufragio por sobre lacrado a lengua.
Argenturia no es un país. Es un negocio redondo como una pizza, en el que:
Donde comen 2, nunca comen 3.
Ariel Villar
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