Ésta vez @ es una sexagenaria de barrio divorciada, mal llevada y poco agraciada por la madre naturaleza, sin ningún tipo de filtros a la hora de poner en funcionamiento sus cuerdas vocales.
A * le toca ser un niño en edad escolar, de hermosos ojos claros, cabello rubio y expresión angelical, cargando el triste estigma de haber nacido sin orejas, por lo cual era frecuente que le preguntara a su madre si la gente lo miraba por la calle por no tener orejas. Lógicamente su madre lo negaba, con la piadosa mentira de que la gente lo miraba por sus hermosos ojos celestes.
Volviendo del colegio en el bondi, * venía sentado en un asiento individual, con la vista pérdida a través de la ventanilla.
@ quedó parada en el pasillo justo frente a él, mirándolo fijamente. * Sintió la mirada que de incómoda pasó a ser intimidante, lo que desencadenó el siguiente diálogo:
*: Señora, Usted me mira porque tengo hermosos ojos?
@: Si querido. Y que Dios te conserve la vista porque el día que tengas que usar anteojos te los vas a tener que colgar de las pelotas.
Fin.
Ariel Villar
RadioBlog
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