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El Globo Argento - Capítulo 1.

Foto del escritor: Ariel VillarAriel Villar

Actualizado: 1 dic 2024

El Globo Argento - Capítulo 1
El Globo Argento - Capítulo 1

"El Globo Argento"


Capítulo 1.


Empezar las primeras líneas de éste Manga sin caer en el chiste fácil de decir que es un Manga-so literario daría una primera impresión de estar dejando algo en el tintero del colectivo popular, y si hay algo que no podemos dejar de reconocer es que lo más leído es lo mejorcito, y lo más repetido y compartido es viral aunque nos emplome la pantalla, pero no es tan así.


Sucede que, como buenos Argentos, somos exitistas creyendo que el hecho de haber leído un best seller aunque sea más plomizo que "100 años de soledad" que cuando lo terminamos de leer nos preguntamos "por qué lo hicimos?, tratando de memorizar alguna frase de los diálogos como para parecer cultos, sin contar con la resaca literaria que nos queda cuando intentamos recordar a los personajes que se llaman todos igual. Pero es un best seller, che! Y parte de la biblioteca mental de todo lector que se precie.

Así que, lo primero que tenemos que ubicar para entrar de lleno en las curiosidades de la Clase Media, es definirnos como Argentos sin distinción de clases sociales:

Somos todos Fangios, Maradonas, Messis y Colapintos, y le bancamos los trapos con la rayada celeste y blanca a cualquier talento que haya tenido la viveza oportuna de sacar el culo a tiempo para recibir el puntinázo económico que le haga cruzar el gran charco. Pero también somos jodidamente ácidos para el humor, al punto de venderle un Papa al mismísimo Vaticano que no para de hacer cagadas.

Pero es como que nos gusta sufrir, viste? La cuestión es que parece ser que hacernos famosos ante el mundo como una plaga turística invasiva y depredadora nos calza perfecta como tarjeta de presentación al son del: "Somo lo Mejore".


La Clase Media Argentina.


En tiempos virreynales no existía ni en los sueños de los alfiles enviados por los Reyes del tablero de Ajedrez del viejo mundo, y mucho menos en las mentes de los esclavos importados que estaban de oferta en África, para cubrir puestos de mano de obra barata y entretenimiento insano, cuyas mentes se limitaban a buscar la forma más rápida para cortar la cadena del grillete.

Sólo pensar en la idea de algo parecido a una Clase Social que pudiera ganarse el pan de cada día, cumplir el sueño de tener su propio rancho y hasta darse algunos lujos meritorios como viajes y vacaciones, exclusividad hereditaria y casi genética de los poderosos, era descabellado.

Pero se ve que la cruza genética entre violadores gringos, indígenas libres por naturaleza y esclavos naturalizados sin opción, no tuvo en cuenta las consecuencias de un ADN único y desconocido.

El resultado fue una sub-especie que reunía todas las condiciones para germinar la semilla de un nutrido bosque que muchos años después iba a ser el objetivo de todo sicario incendiario.

Pasaron los años, hambrunas locales en los años 30s producto de una Argentina conservadora y más helada que un freezer, y un par guerras mundiales llenaron las bodegas de los barcos de carga con miles de inmigrantes de manos labriegas vacías y el sueño de "hacerse la América".

Fueron recibidos con los brazos abiertos en la certeza de haber comprado la ganga de más mano de obra barata, a cambio de la posibilidad que, sobre el ocaso de sus cansadas vidas, pudieran cumplir ese sueño extraño y románticamente estúpido:


Un trabajo digno (de esclavos), una casita propia, 4 ruedas modestas y 10 días de vacaciones al año...


Según pasan los años.


Jubilación, vacaciones pagas, escuelas rurales públicas, hospitales para todos, y hasta Universidades Públicas creadas por genios soñadores románticos con sus últimas fuerzas que, como todos los genios murieron en la pobreza y auto-acuartelados por la crueldad de un mundo descartable del que ya no quisieron ser parte*...

Eve Pinelli de Villar/Fundadora UNLZ

Fue entonces que aquella rara génesis empezó a florecer. La lucha por salir de la pobreza trepando los escombros de una construcción siempre sin terminar, trajo consigo la sana envidia a los "millos" pudientes, que fue puliendo aquel sueño inmigrante en objetivo imperante de un sector de la población que ya no quería pertenecer a una clase trabajadora que, por obra y gracia del poder, se fue convirtiendo en clase obrera oprimida y más acá en indigencia indultada por la idea auto-compasiva de una pobreza digna.

Querían una mejor educación para sus hijos que la adoctrinante estatal a la que tenían acceso, una casa sencilla pero prolija y agradable, un barrio más civilizado y hasta unas vacaciones bien ganadas en los mismos lugares frecuentados por los del estrato superior.

Si, claramente lo lograron! Y gracias a los nuevos objetivos de sus progenitores, accedieron a una mejor educación, a la salud privada y a tratamientos que los devastados hospitales no podían ofrecer, a tarjetas de crédito, préstamos para la compra o refacción de viviendas, y hasta la posibilidad de ocupar el asiento de un avión para disfrutar de unas también merecidas vacaciones.


La Radio, la TV, Internet y las Redes Sociales.


De picotear cronológicamente la historia como en la mesa de quesos y dulces de un casorio, volvemos un momento a nuestra casi genuina realidad.

Nuestros abuelos fueron embrujados por radio-teatros en vivo con historias que reflejaban el gastado tema del amor imposible entre el pudiente y la joven pobre, tal como aún hoy sigue vigente en los países centroamericanos.

Después la TV nos fascinó con los hermosos barrios y casas de Dick Vandaick, Mr. Ed, y Walt Disney, o las series de TV ostentando el sueño americano de clase media alta y ocultando los esquemas familiares que se iban derrumbando por el alcohol y la droga, en un sórdido y oscuro Hollywood.

Hoy, aún por encima de cualquier necesidad básica no cubierta, el acceso a internet y a redes sociales está detrás del cristal en manos de todos, y la única diferencia social se mide en gigas y megapixels.


Y en todos los casos lo idéntico en lo diferente tiene nombre: "Estereotipos".

Tal como el chip en la palma de la mano del film "Fuga en el siglo 23", el smartphone nos programa nuevos deseos de Clase Media transformados finalmente en una necesidad que realmente es inalcanzable para nuestras posibilidades.

Pero no nos importa nada. Queremos saltar la grieta que se va pareciendo más al Gran Cañon del Colorado y si para eso es necesario meter a la vieja en un geriátrico económico o cubierto por la obra social, se la mete!


Las niñas dotadas de hermosos y estereotipados cuerpos de Gym con dietas indigeribles y un cerebro devastado exprofeso por un sistema educativo roto sin escrúpulos con fines comerciales y de poder a largo plazo, fuerzan al logaritmo mostrando sus entrepiernas por décimas de segundo como manotazo de ahogado tratando de salvar a su Fan Page de la implacable IA que las clona y mejora en 20 minutos por la cuarta parte de su tarifa, para quedar rebotando en el feed de una clase media pajera y drogada por la necesidad de pertenecer o al menos de conseguir algunos miles de seguidores para alimentar su enfermizo ego.

 

Cómo siempre y cerrando éste capítulo para no emplomar, te dejo la intro del Capítulo 2:


Los "millos" no nos soportan.


Nuevos Ricos o beneficiarios de herencias legítimas o cuestionables, los auto-convocados Clase Media-Alta o Alta-Mentirosa, sienten que se les mancha el tujes si tienen que compartir la misma cabina de un vuelo con un Clase Media y un asquito particular al dicho "vuelos para todos".

Nada más lejos de mi si estuviese a mi alcance, que subirme a un FlyBondi. Prefiero disfrutar el viaje manejando o viajar en micro o en tren. Simplemente por sano nacionalismo y por haber criado a mi hijo encargado del mantenimiento y abastecimiento, sólo viajaría por Aerolíneas Argentinas...

(Continuará)...

 

Aunque no lo parezca, los escritores también somos seres humanos y tenemos que comer para vivir. Así pues:


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Ariel Villar

Café Temperley

 

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Ariel Villar.

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